El brutal asesinato de una niña de siete años en un barrio
del sur de la capital mexicana obliga al Gobierno de México a tomar medidas
urgentes sobre la violencia que vive el país. Después de seis días
desaparecida, este fin de semana, el cadáver de Fátima Cecilia Aldriguett Antón
fue hallado en bolsas de basura y con señales de haber sido torturada. Este
caso se ha convertido en el último símbolo de indignación de un país que cada
día rompe los récords de la tragedia. El
presidente Andrés Manuel López Obrador de manera valiente, expresó su verdaera
impresión sobre los hechos, al decir que dicho crimen es consecuencia de la moral individualista y al pensamiento
conservador envuelto en la política neoliberalista. Tales expresiones han sido utilizadas por la
resistencia empresarial insana, para
descalificar al Presidente, quien toca conceptos reales sin menoscabar la
atención que tal crimen debe recibir en su investigación y sanción, pero también es claro, que existen intereses
ocultos de aquellos que sobreexponen la nota roja, que a diario proporcionan estadísticas y números de asesinatos
a mujeres, sin mostrar los números de asesinatos a niños y hombres y
sin mostrar la certeza de su fuente, esto sin que implique, no reconocer la
violencia de forma mayor a una mujer que a un hombre, pero sí conscientes de
que la violencia terrorista no distingue ni edades ni sexos.