Grupo de periodistas, clubes, asociaciones del micrófono y otras agrupaciones inútiles que no han sido capaces de promover un código de ética, una renovación para una legislación de la comunicación que está caduca o una iniciativa de ley eficaz para honrar el ejercicio de la comunicación, en vez de realizar fiestas de cumpleaños y premios para el mejor postor; exhiben su inutilidad ante la guerra mediática electorera y ahora que los medios están secuestrados por comunicadores que ponen en riesgo la estabilidad del país y la vida de los espectadores, como es el caso de las expresiones emitidas por Carlos Loret de Mola que en la locura extrema, aseguró que los medicamentos que distribuye el gobierno mexicano son "piratas", sin prueba alguna en su argumento, lo que debería ser motivo de un consenso entre comunicadores ante estos procederes, y una estricta aplicación de la observancia legal por parte del gobierno mexicano, y no simplemente la invitación voluntaria que hace el presidente de la República, para que el responsable acuda a un debate en sus conferencias matutinas acostumbradas para discutir el tema. La libertad de expresión que debe ser garantizada, no debe convertirse en libertinaje y menos en terrorismo mediático que pone en riesgo un interés y orden público; situación que debería ser reprochada de manera enérgica por quienes se dicen ser agrupación en favor de los comunicadores y de la comunicación, por las autoridades administrativas respectivas y por el mismo concesionario, que otorga voz al calumniador y desestabilizador social, en actos tan evidentes como éste, en donde sin probanza o indicio, atenta contra la seguridad social, situación muy contraria a lo que puede representar un acto de censura por parte del gobierno o actos de autocensura nefastos.