Ni el hombre más capacitado del priísmo y quien logró ser
secretario de Estado durante tres sexenios distintos y de mandatos de
diferentes partidos políticos, han podido rescatar la muerte de la presidencia
priísta. Las bases tricolores, los primaniacos de sepa, los dependientes al
partidismo y los compradores de votos y de conciencias, no
alcanzan para que su candidato Pepe Meade remonte un tercer lugar que lo mantiene muy lejano del puntero López
Obrador. Meade quien se calificaba como la joya de la corona
priísta y amigo de los empresarios y de los sindicatos arruinados, ahora es
comparado con un político fracasado como Roberto Madrazo Pintado, y aunque el
PRI no está derrotado como tampoco lo estuvo la primeriza vez que perdió la
presidencia, sí debe ser considerado como una máquina electorera que no
funciona de no ser por medio de la complicidad
subterránea y un combustible llamado fraude y la solapación del imperio
estadounidense. De no operar con toda su capacidad, un magno fraude para el próximo uno de julio; la compra del voto no bastará no solamente para ganar la presidencia de la República, sino al menos evitar que la propuesta del neoliberalismo controlado llegue hasta la silla de Los Pinos.