Pocas son las expresiones espontáneas que se encuentran en un punto como ocurrió en la solidaridad ciudadana del sismo de 1985, la primera marcha por la paz o la inconformidad en el zócalo capitalino ante el desafuero que se le pretendía realizar a López Obrador por parte de Vicente Fox. ¿Quién pone la hora, el lugar y el día? Por muy buenas que
sean las intenciones, siempre en una marcha existe un líder que ordena y
organiza y regularmente las cabezas de las manifestaciones cumplen otros
intereses distintos a la esencia de la queja, reclamo o punto solidario. Por eso, mientras que la marcha términa; no finaliza la aparición de líder en los medios y en los actos
políticos, esa presencia es permanente o se consolida en una asociación que empieza con la paloma de la paz y termina
como un grupo de presión. El resultado de todo lo anterior, es la división de los grupos que el domingo marcharán a favor de la unión y de
aquellos que se dicen Luchadores Sociales y que han sacado ventaja política
teniendo como escudo de lucha, la propia muerte de un hijo.