viernes, 30 de noviembre de 2018

EL SEXENIO DE ENRIQUE PEÑA NIETO PARA LLORAR


















Como nos gustaría quitar al nefasto Presidente de México con período del 2012-2018 de las monografías de la historia de Presidentes de México. Peña ha sido la licuadora de Miguel de la Madrid, Zedillo,  Salinas de Gortari  y Felipe Calderón con Vicente Fox, que da como resultado un licuado, que tan solo de  verlo a distancia, uno no  puede contener el vómito. Peña ha sido desde el primer minuto de su gobierno un ilegitimo y fragante violador de la ley electoral hasta un vende patrias victimario. Cómplice de la corrupción, del asesinato, de la desaparición forzada, del aborto al crecimiento económico y político, secuestrador en potencia  de la libertad de expresión, sembrador del terrorismo y la violencia, ejemplo de la maldad pero también de la  inoperancia,  de un psicópata que aspiraba a ser como Salinas de Gortari pero lo detuvo su carga de plena ignorancia disfrazada, cual producto desechable e inservible de la televisión. Un hombre que no supo respetar a su país  y mucho menos a su esposa de la cual se escudó hasta en el discurso del falso perdón. El hombre que dañó a México con la estocada neoliberalista pero que teniendo la intención, no pudo rematarlo  y llevarlo al cause de la eliminación de la Educación Pública, la destrucción del sector Salud y la privatización del Agua, y todo, porque no supo convencer al Imperio Extranjero de cometer otro fraude electoral, ante la revolución electorera en favor de un nuevo régimen de gobierno. En lo que se refiere a la política exterior, el desprestigio intervencionista en contra de Venezuela, la militarización del país de manera clandestina como oscuridad de su casa y farol de la calle, y la lambisconería humillante ante el gobierno de los Estados Unidos. Sin embargo, el remordimiento difícilmente tendrá lugar para quien ha sido el payaso de las cachetadas y el objeto dañino de quienes mecieron su cuna ante su torpeza individualista. Peña reconoció su derrota electoral y procuró una transición pacífica como aquel que condenado y sin remedio a la hoguera, quiere disimular su ejecución, llevando los cerillos.