viernes, 16 de noviembre de 2018

CALDERON Y PEÑA TENDRIAN QUE SER ENCARCELADOS















Cuando las hojas constitucionales únicamente han servido para bien limpiar los testículos y pene del presidente en turno y no cumplir con su ordenamiento; resulta eficaz que el próximo Presidente de la nación adecue la acción militar que se ha dado  en los últimos 12 años, con la realidad legal  y presente la iniciativa de LA GUARDIA CIVIL para que la acción militar que lucha contra la delincuencia, no sea la primera violadora de la ley, como se ha mancado al ejército mexicano por orden de los presidentes antecesores. Sin embargo el fondo del asunto, que es la no militarización del país, en vez de fortalecerse se  contradice y legaliza. Debemos considerar que el uso de las fuerzas armadas para realizar acciones de persecución delictuosa que únicamente debe competirle a autoridades civiles, es una militarización ilegal  que ahora será legal, pero que cuya acción que detestamos impere en nuestro país, no ha sido causada por el presidente electo López Obrador ni será él quien la fomente, únicamente será quien la adecue a la ley, en un acto de congruencia entre el cumplimiento de la ley sin violar la ley. La militarización ha sido una acción implantada  y violatoria de la ley por los expresidentes Calderón y Peña que en vez de encargarse de exterminar delincuentes, lo que hicieron fue exterminar policías, al grado de eliminar a la Secretaría de Seguridad Pública que  ha sido limitada  a  un rango igual a un departamento  del deporte, dando toda la fuerza al Ejército y a la Marina, que para colmo de males, tampoco ha podido combatir a la delincuencia y por el contrario, se han corrompido como nunca antes, han violado los derechos humanos y humanitarios como nunca antes y han terminado siendo una agrupación de edecanes que sirven para proteger a los migrantes, que entran a las fronteras mexicanas violando la ley.  La institución de salvación  y no de guerra, que era respetada ahora  se ha convertido en la amenaza social de nuestro país  para lo cual no puede haber marcha atrás inmediata sino paulatina, por lo que López Obrador  quien fue un severo -y de los contados críticos de los abusos militares-, ahora como próximo  máximo Jefe Supremo de las fuerzas armadas, rescata la figura constitucional de La Guardia Nacional, en donde involucra a civiles con militares y con policías federales, y donde revive a la Secretaría de Seguridad Pública.  Las acciones anteriores, son el primer paso para revertir la militarización del país que  se ha efectuado de hecho aunque no de derecho a lo largo de los dos últimos sexenios. Sin embargo el  cambio ambiental rotundo y repentino de la  desmilitarización del país dejaría a la seguridad pública desarmada, y sin posibilidad de enfrentar a la criminalidad, con consecuencias catastróficas para la población. Andrés Manuel López Obrador  que logró una revolución electoral con instituciones electorales podridas, ahora tendrá que planear la revolución política con las instituciones políticas que también están podridas para posteriormente, intentar la revolución ideológica, con grupos, asociaciones  sociales y la propia sociedad que también está podrida, ante la disminución y carencia de valores morales, sociales y políticos y ante una mala educación tejida desde la pervercidad empresarial y de gobierno.  La cuarta transformación del país  en estos momentos  son parte de un sueño, y dicen que los sueños es el inicio de un plan para hacer realidades. Hace  veinticinco años, la carcajada involuntaria brotaba en aquellos que escuchaban la aspiración de López Obrador por ser presidente de la República y  que podría alcanzar  niveles más grandes que sus defraudadores Calderón y Peña.  Hoy es una realidad. Sin embargo, los milagros no se repiten dos veces, y  esto no significa que la transformación del país sea un milagro, porque de hecho el país se ha venido transformando  aunque para mal, pasó de la militarización presidencial al absoluto presidencialismo y posteriormente al  imperio de gobierno empresarial. Sin embargo  regresar a la República, no  se obtiene con una revolución electoral ni política sino con una revolución ideológica  que debe ser adoptada y asumida primero y antes que nada, por el pueblo y posteriormente implantada de manera convencida (ni siquiera forzada), a su gobierno. La  corrupción y la impunidad son ahora las consideraciones más arraigadas en nuestro país, y parece que las buenas intenciones de quien será  el próximo Presidente de la Nación Mexicana son evidentes, y que deberá tener tiempo y no obstáculos dolosos para materializarlas, sin que esto signifique señalamientos  de inconformidad que impidan dejarlo trabajar en su proyecto de gobierno de manera cómoda  sin interponer los intereses políticos y económicos particulares de quienes han abusado del país.  Ante lo anterior, existimos quienes estamos inconformes en que el comienzo de la desmilitarización del país comience sin que en el mando de la GUARDIA CIVIL no hay un civil sino un militar, y que en el combate a la impunidad y a la corrupción, no se comience con  procesar para después encarcelar a los principales culpables del desastre de país que tenemos, por lo que se tendría   que comenzar, por procesar para después encarcelar a  los expresidentes Felipe  de Jesús Calderón Hinojosa  y  a Enrique Peña Nieto, tal y como se ha comenzado legalizando la militarización para irla desfortaleciendo, en algo que pareciera paradójico.