El presidente d elos estados Unidos Mexicanos, el C. Andrés Manuel
López Obrador se plantó ante el consejo de seguridad dela Organización de las
Naciones unidas, de una maneracontundente, crítica y sin demagogias, como pocas
veces lo ha hecho un jefe de Estado en Nueva York, y sobretodo si ese jefe de
estado es un socio principal del imperio estadounidense. El presidente de
México, señaló en su declaración:“No vengo hablar de seguridad como sinónimo de
poderío militar ni como argumento para el empleo de la fuerza contra nadie; en
cambio, mi planteamiento se basa en lo que postuló ese titán de las libertades,
según Pablo Neruda, que fue el presidente Franklin Delano Roosevelt cuando se
creó la Organización de las Naciones Unidas: el derecho a una vida libre de
temores y miserias, que sigue siendo el más sólido fundamento de la seguridad
para todas las sociedades y los Estados.El principal obstáculo para el
ejercicio de ese derecho es la corrupción en todas sus expresiones: los poderes
trasnacionales, la opulencia y la frivolidad como formas de vida de las élites,
el modelo neoliberal, que socializa pérdidas, privatiza ganancias y alienta el
saqueo de los recursos naturales y de los bienes de los pueblos y naciones.Es
corrupción el que tribunales castiguen a quienes no tienen con qué comprar su
inocencia y protejan a potentados y a grandes corporaciones empresariales que
roban al erario o no pagan impuestos. Es corrupción la impunidad de quienes
solapan y esconden fondos ilícitos en paraísos fiscales. Y es corrupción
también la usura que practican accionistas y administradores de los llamados
fondos buitres, sin perder siquiera su respetabilidad.Sería hipócrita ignorar
que el principal problema del planeta es la corrupción en todas sus
dimensiones: la política, la moral, la económica, la legal, la fiscal y la
financiera.Sería insensato omitir que la corrupción es la causa principal de la
desigualdad, de la pobreza, de la frustración, de la violencia, de la migración
y de graves conflictos sociales.Estamos en decadencia porque nunca antes en la
historia del mundo se había acumulado tanta riqueza en tan pocas manos mediante
el influyentismo y a costa del sufrimiento de otras personas, privatizando lo
que es de todos o lo que no debe tener dueño, adulterando las leyes para
legalizar lo inmoral, desvirtuando valores sociales para hacer que lo
abominable parezca negocio aceptable.Veamos, por ejemplo, lo sucedido con la
distribución de la vacuna contra el COVID-19. Mientras las farmacéuticas
privadas han vendido el 94 por ciento de las vacunas, el mecanismo Covax,
creado por la ONU para países pobres apenas ha distribuido el seis por ciento.
Un doloroso y rotundo fracaso.Este dato simple debiera llevarnos a admitir lo
evidente: en el mundo actual la generosidad y el sentido de lo común están
siendo desplazados por el egoísmo y la ambición privada. El espíritu de
cooperación pierde terreno ante el afán de lucro y, con ello, nos deslizamos de
la civilización a la barbarie y caminamos como enajenados, olvidando principios
morales y dando la espalda a los dolores de la humanidad.Si no somos capaces de
revertir estas tendencias mediante acciones concretas, no podremos resolver
ninguno de los otros problemas que aquejan a los pueblos del mundo.¿Qué estamos
haciendo en México?Hemos aplicado la fórmula de desterrar la corrupción y
destinar al bienestar del pueblo todo el dinero liberado con el criterio de
que, por el bien de todos, primero los pobres. Optar por los pobres implica,
adicionalmente, asumir que la paz es fruto de la justicia y que ningún país
puede ser viable si persisten y se incrementan la marginación y la miseria.Por
ello, sostenemos que la solución de fondo para vivir libres de temores, riesgos
y violencia es acabar con el desempleo, favorecer la incorporación de los
jóvenes al trabajo y al estudio, evitar la desintegración familiar, la
descomposición social y la pérdida de valores culturales, morales, espirituales.En
México podríamos llevarnos tiempo pacificar el país, pero la fórmula más segura
es atender el fondo, como lo estamos haciendo. Por ejemplo, otorgar a los
jóvenes opciones de estudio y trabajo para evitar que sean enganchados por la
delincuencia. La verdadera victoria sobre las bandas delictivas siempre
consistirá en privarlas de su semillero y de su ejército de reserva.Con este
mismo criterio estamos enfrentando el fenómeno migratorio. Las acciones
fundamentales no son las coercitivas, sino las que incorporan a todas las
personas al estudio, al trabajo, a la salud y al bienestar en los lugares en
los que nacieron o residen, de modo que no se vean obligadas a abandonar sus
pueblos por hambre o violencia, y que únicamente emigren quienes deseen hacerlo,
que la migración sea opcional y no forzosa, una decisión individual y no un
fenómeno de proporciones demográficas.Hace poco le expuse respetuosamente al
presidente Biden una nueva forma de enfrentar el fenómeno migratorio, sin
ignorar la necesidad de ordenar el flujo, de evitar el descontrol y la
violencia, y garantizar los derechos humanos. Le propuse aplicar de inmediato
en tres naciones hermanas dos programas que nosotros estamos llevando a cabo
con éxito en Chiapas, estado vecino de Centroamérica.Hoy estamos plantando ahí
200 mil hectáreas de árboles frutales y maderables, y ese programa da trabajo a
80 mil sembradores. Asimismo, en esa entidad del sureste mexicano trabajan como
aprendices 30 mil jóvenes que reciben un salario mínimo para capacitarse en
talleres, empresas y otras actividades productivas y sociales.Si estas dos
acciones se aplicaran de inmediato en Guatemala, Honduras y El Salvador, se
podría lograr que permanezcan en sus países unas 330 mil personas que hoy están
en riesgo de migrar por falta de trabajo. Pienso que estas propuestas deben ser
aplicadas por la ONU a fin de ir al fondo de los problemas en los países
pobres.Es necesario que el más relevante organismo de la comunidad
internacional despierte de su letargo y salga de la rutina, del formalismo; que
se reforme y que denuncie, combata la corrupción en el mundo, que luche contra
la desigualdad y el malestar social que cunden en el planeta con más decisión,
profundidad, con más protagonismo, con más liderazgo.Nunca en la historia de
esta organización se ha hecho algo realmente sustancial en beneficio de los
pobres, pero nunca es tarde para hacer justicia. Hoy es tiempo de actuar contra
la marginación atendiendo las causas y no sólo las consecuencias.A tono con
esta idea, en los próximos días la representación de México propondrá a la
Asamblea General de las Naciones Unidas un Plan Mundial de Fraternidad y
Bienestar. El objetivo es garantizar el derecho a una vida digna a 750 millones
de personas que sobreviven con menos de dos dólares diarios.La propuesta de
México para establecer el Estado mundial de fraternidad y bienestar se puede
financiar con un fondo procedente de al menos tres fuentes:El cobro de una
contribución voluntaria anual del cuatro por ciento de sus fortunas a las mil personas
más ricas del planeta.Una aportación similar por parte de las mil corporaciones
privadas más importantes por su valor en el mercado mundial.Y una cooperación
del 0.2 por ciento del PIB de cada uno de los países integrantes del Grupo de
los 20.De cumplirse esta meta de ingresos, el fondo podría disponer anualmente
de alrededor de un billón de dólares.En su informe anual, la ONU podría
destinar un día para otorgar reconocimientos o certificados de solidaridad a
personas, corporaciones y gobiernos que destaquen por su vocación humanitaria,
ayudando a financiar el plan mundial de fraternidad y bienestar.Los recursos de
este fondo deben llegar a los beneficiarios de manera directa, sin
intermediación alguna, porque cuando se entregan fondos, supuestamente para
ayudar a los pobres a organizaciones no gubernamentales, de la sociedad civil u
a otro tipo de organizaciones, no quiero generalizar, pero en muchos casos ese
dinero se queda en aparatos burocráticos, en pagar oficinas de lujo, en
mantener asesores, o se desvía y termina por no llegar a los beneficiarios. Por
eso, repito, los recursos de este fondo deben llegar a los beneficiarios de
manera directa, sin intermediación alguna, mediante una tarjeta o un monedero
electrónico personalizado.El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional
podrían colaborar en la creación de la estructura requerida y desde el año
próximo hacer un censo de los más pobres del mundo y, una vez definida la
población objetivo, en cada país comenzar a dispersar los recursos para el
otorgamiento de pensiones a adultos mayores, a niñas y niños con discapacidad,
becas a estudiantes, apoyos a sembradores y a jóvenes que trabajen como
aprendices en actividades productivas, así como hacer llegar vacunas y medicamentos
gratuitos.No creo, lo digo con sinceridad, que alguno de los miembros
permanentes de este Consejo de Seguridad se oponga a nuestra propuesta pues
esta no se refiere a armas nucleares o invasiones militares, ni pone en riesgo
la seguridad de ningún Estado; por el contrario, busca construir estabilidad y
paz por medio de la solidaridad con quienes más necesitan de nuestro apoyo.Estoy
seguro que todas y todos, ricos y pobres, donantes y beneficiarios, vamos a
estar más tranquilos con nuestra conciencia y viviremos con mayor fortaleza
moral.Aquí recuerdo lo que sostenía Adam Smith: ‘Por más egoísta que quiera
suponerse al hombre, evidentemente hay algunos elementos en su naturaleza que
lo hace interesarse en la suerte de los otros, de tal modo que la felicidad de
éstos le es necesaria, aunque de ello nada obtenga a no ser el placer de
presenciarla’. Con otras palabras, sólo siendo buenos podemos ser dichosos.Y
nunca olvidemos que es un deber colectivo de las naciones ofrecer a cada una de
sus hijas e hijos el derecho a la alimentación, la salud, la educación, el
trabajo, la seguridad social, el deporte y la recreación.Cierro recordando a
dos patriotas y libertadores de nuestra América:José María Morelos y Pavón,
siervo de la nación mexicana, que hace poco más de dos siglos demandaba que se
modere la indigencia y la opulencia; y casi al mismo tiempo, Simón Bolívar
aseguraba que el sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor
suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de
estabilidad política” Y concluyó, “Es un honor estar con ustedes, miembros
permanentes y no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, que es lo más
parecido a un gobierno mundial y que puede llegar a ser el organismo más eficaz
para el combate a la corrupción y el más noble benefactor de los pobres y
olvidados de la Tierra”. Más en www.somoselespectador.blogspot.com