Quitarle a un periodista la credibilidad es tanto como si un
naufrago se topa en el altamar con un tiburón. Resulta claro que ante el
destape por parte del presidente López Obrador de que la mayoría de los
comunicadores recibían partidas presupuestales desproporcionadas como pago de
propaganda que creaba conflicto de interés para ser incondicionales del
Presidente en turno, es que varios de los portadores de un micrófono se
harán como que todo pasa desapercibido y
otros más dirán que se trata de una persecución política y un ataque
dictatorial a la libertad de expresión, en vez de replantearse el mar de
corrupción en que han nadado y bajo el falso prestigio de ser grandes de la
comunicación. Los influencer mientras tanto, ganan terreno en el panorama
informativo, situación que al principio fue punto de ataques de quienes se enojaban ante su terreno perdido y
ocupado, pero que en una reacción desesperada, ahora los comunicadores
tradicionales, tratan de imitar. El juego de la percepción engañosa parece
haber perdido su magia y aunque en el micrófono nadie lo diga, el público tiene
bien identificados a los lectores de noticias y saben quienes son dignos de
credibilidad y quienes son dignos de desprecio. Más en www.somoselespectador.blogspot.com