Lucía Méndez y Verónica Castro, los dos rostros más bellos de los años setentas y las verdaderas novias de México tanto de los jóvenes universitarios como de los desorientados, de rebeldes sin causa y provincianos sumisos de hace cincuenta años, ahora ya son dos verdaderas abuelas, lejos de las conductas juveniles que significarían una agradable compañía para los soñadores platónicos de aquellas épocas del agogó, del rock and roll y de los discos de 45 y 33 revoluciones, que lejos estaban de calentar biberones y cambiar pañales o estar atentos a las inscripciones y horarios de las guarderías para los hijos de sus descendientes. Verónica Castro piensa más en los juegos y sonrisas de su nieta Rafaela, hija de Cristian Castro que en planear escapadas improvisadas a la playa, con poco dinero y con galanes; al igual que Lucía Méndez, Rostro de El Heraldo junto con Verónica, quien acudió el día de ayer, a la Parroquia de Santa Teresita del niño Jesús para celebrar el bautizo de su nieta Victoria, en una ceremonia muy íntima y familiar y sin ruidos innecesarios o de motocicletas. Sin embargo pocas estrellas de la televisión como Méndez y Castro, han logrado arrastrar a admiradores de todas las edades y de diferentes generaciones, que todavía suspiran por ellas, algunos sin y otros con tanques de oxígeno. Más
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