Venezuela vive un desprestigio a nivel internacional por su
lista de desaparecidos, por sus condiciones antidemocráticas, por su control de
los medios de comunicación y un monopolio absoluto en los servicios públicos, así como manifestaciones
violentas provocadas por grupos de
choque en las marchas de expresión ciudadana, y en donde la Presidencia de la
República no ha podido ser ocupada en los recientes años sin que existan dudas electorales en cuanto vicios
de su procedimiento o fraude electoral. Sin embargo los ciudadanos mexicanos que viven una militarización en su país, de
manera ingenua, temen vivir igual que en Venezuela,
cuando
el gobierno mexicano dista
mucho del venezolano, ya que mientras que en Venezuela gobierna la
Izquierda desligada y confrontada con Estados Unidos de América, en México gobierna un partido de centro
izquierda complaciente en toda la extensión de la palabra con las políticas
de Washington y obedeciendo a cabalidad
las directrices del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, pero por otro lado, ambas políticas tienen a sus países de idioma
español, en el colapso económico y
social y la bipolarización de la sociedad como punto importante de desunión y
manipulación en favor de aquellos que
disfrutan ganancias y beneficios de la inestabilidad y el control
mediático que atropella la educación. Las próximas elecciones presidenciales en México, deben ser
sin vicios del consentimiento; primicia que no será protegida por su gobierno amontillado de instituciones corrompidas y disfuncionales , pero tales condiciones sanas y saneadas de las votaciones; si
deberían ser cuidadas por sus ciudadanos, con todo
y sus limitaciones y la desorientación
mediática que insulta a Venezuela al inferiorizarlo cuando el gobierno
mexicano resulta una mezcla de
neoliberalismo con un sistema dictatorial emblemático, tan desastroso como puede ser el venezolano y con la misma urgencia de cambio.