martes, 15 de noviembre de 2022

LA PRESUNCION DE SER ASPIRACIONISTA

 


















ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.-Después de ser calificados como aspiracionistas aquellos que acudieron a la marcha de supuesta defensa al INE, y que tal situación les resulta tan satisfactorio, al igual  de que sean llamados fifís, es que se deja al descubierto, lo eficaz que han sido  a lo largo de la historia, estrategias direccionistas para fortalecer doctrinas y sistemas políticos como el feudalismo, el mercantilismo, el capitalismo o el neoliberalismo. El aspiracionismo que no debe confundirse con el inspiracionismo, es la idea manipulada de que el progreso consiste en conseguir acumulación de bienes materiales, insignias, credenciales, títulos, grados y todo aquello que pueda presumirse entre los otros de manera comprada y por lo que se consigue la sensación momentánea de superioridad. Es una parte del retrogradismo y una estrategia direccionista que nació  para procurar la cultura del consumo y controlar bajo dicha distracción a las clases sociales bajas y principalmente a la clase media para que no pueda surgir un libre pensamiento que provoque  valores existenciales que por consecuencia, modifique los valores económicos. Como ejemplo de este casi adoctrinamiento, podemos ver normal y hasta sano, que los padres aspirasionistas  quieran que sus hijos tengan una licenciatura ya que cualquier otro grado de estudios o de habilidades humanas, las consideren  “un premio de consolación” por lo que lo único importante es el título de Licenciado sin importar si el titulado está bien preparado o es buen profesionista. Además de que consideran firmemente, de que el hijo titulado, podrá ser presumido entre su núcleo social de apariencias y a la vez  podrá dedicarse a ganar mucho dinero, sin importar la vocación de servicio, la labor social, la aportación nacionalista o la realización humanista. Otros ejemplos son la adquisición de prendas de moda, credenciales o certificados comprados que puedan portarse aunque no vayan acorde a la capacidad que muestran sus portadores en sus actividades. Ante una sociedad activista de los años sesentas con ideologías revolucionarias acompañadas del rock and roll, las drogas y las pastillas anticonceptivas, la demanda de derechos fue controlada con un bloque de intelectuales orgánicos que fueran supuestos defensores de causas libertarias pero que en realidad eran beneficiados del sistema represor y controladores del aborto de movimientos inteligentes por movimientos terapéuticos basados en las marchas, las pintas, el sonido a alto volumen de los radios  y las injurías, como acciones inspiradas pero estilizadas, de las luchas laborales de la revolución industrial y de la lucha obrera de hace dos siglos, pero que finalmente no eran acciones efectivas, de ahí la importancia de mantenerlas por la esfera poderosa. Posteriormente, los sueños de cambio social fueron manipulados por los sueños de apariencia personalizados, por el individualismo y como resultado ideal nació el aspiracionismo, incluso con catálogos para perfeccionar las acciones sin sentido, en la moda de la literatura de aspiración personal que se vende al por mayor en las librerías de Sanborns, que son propiedad del empresario beneficiado por el monopolio corruptivo. Ante la normalidad de este pensamiento insano, resulta normal, halagador y satisfactorio para una parte de la sociedad direccionada que se les llame aspiracionistas ante el desconocimiento  o confusión con el inspiracionista, que es aquel que por medio del estímulo lúcido  basado en la creatividad y el esfuerzo  busca el progreso de su actividad para bien propio y colectivo,  basado en ideales humanistas, perfeccionistas, sociales, amor a la patria y en  logros de metas que no se basan única y exclusivamente en lo económico. Ante los cambios de mentalidad y los cambios que vive el país, ahora se intenta reconocer al aspiracionismo como un valor humano,  aprovechando la ignorancia de quienes desconocen que tal actitud no es más que un error social, un estancamiento cortoplacista económico, sin relevancia e intrascendente ya que   la obtención de metas inmediatas, banales, sin progreso de fondo sino apegado al molde circunstancial que la clase económicamente beneficiada les imponen a sus imitadores, hacen que el pensamiento se sostenga  en  que los millonarios están interesados en el dinero cuando en el fondo están interesados en el dominio direccionista que ellos llaman poder y control de comportamiento.

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