Brotan los casos de abuso y acoso sexual de famosos en los
Estados Unidos, en donde les ha costado a famosos, tener ruina y desistimiento
de importantes proyectos. Aunque el problema no es menor ni justificable, se
dice, que los casos se exhiben escandalosamente para presionar a los juzgadores
y autoridades estadounidenses, a atender el caso de abuso por parte del Presidente Trump que es
señalado por diferentes mujeres a quien el mandatario norteamericano, dice ni
conocer. A la galería de denuncias mediáticas y no ministeriales, se une la
actriz mexicana Salma Hayek, quien
imputó acoso por parte de el productor Weinstein, en una relación laboral de hace años, en
donde salma señala que hizo de su vida
un calvario, tratando de obtener favores sexuales a cambio de su implicación en
el proyecto. El día a día de Hayek consistía en “decir no”. “No a abrirle la
puerta a todas las horas de la noche, en un hotel tras otro, en una
localización tras otra, donde se presentaba de repente, incluyendo una
localización donde yo estaba haciendo una película en la que él ni siquiera
participaba”.“No a ducharme con él”, continúa Hayek, “no a mirarle mientras se
duchaba, no a dejarle darme un masaje, no a dejar que una amiga suya desnuda me
diera un masaje, no a dejarle que me hiciera sexo oral, no a desnudarme con
otra mujer”. La actriz asegura que “con cada rechazo llegaba la ira
maquiavélica de Harvey”. En una ocasión, el productor llegó a decirle: “Te mataré,
no creas que no soy capaz”.Weinstein trató de desvincularse del proyecto cuando
llegó a la conclusión de que no llegaría a nada con Hayek, relata la actriz,
que logró mantener Frida en pie gracias a sus abogados, reunir dinero por su
cuenta y reclutar actores de primer nivel sin ayuda del productor. Cuando
Weinstein se vio atado al proyecto, el acoso pasó a la propia película.El
productor pidió que el personaje de Frida Khalo fuera más sexy. En un momento
dado, exigió que hubiera una escena de sexo lésbico en el que se viera a las
actrices completamente desnudas. La directora, Julie Taymor, le convenció de
que fuera una escena de un tango entre el personaje de Hayek y el que
interpretaba Ashley Judd, que acabaría en un beso entre ambas. “Para entonces,
tenía claro que [Weinstein] no me dejaría acabar la película sin obtener su
fantasía, de una forma o de otra”, escribe Hayek.El día que rodaban esa escena,
la actriz sufrió un ataque de ansiedad. Hayek se echó a llorar y acabó
vomitando ante el asombro de todo el equipo, que desconocía el contexto en el
que se había incluido esa escena lésbica en la película.Finalmente, con la
película terminada, Weinstein siguió torturando a la actriz por haberse negado
a sus exigencias sexuales, según esta. Después de ver un montaje preliminar,
decidió que no era lo bastante buena para estrenarla en salas y que la iba a
mandar directamente al mercado de vídeo. La directora fue la que peleó para
conseguir que se estrenara en un solo cine en Nueva York y probarla con
público. La respuesta del test fue muy buena. Según Hayek, “en la entrada del
cine después de un pase, gritó a Julie”. Le tiró a la cara una de las tarjetas
en las que el público del test escribe sus impresiones. “Su compañero, el
compositor Elliot Goldenthal, intervino y Harvey le amenazó físicamente”.Finalmente,
la película se estrenó, fue un éxito de crítica y le valió a Weinstein seis
nominaciones al Oscar, de los que ganó dos. Salma Hayek termina su relato con
una reflexión. “¿Por qué tantas de nosotras, artistas mujeres, tenemos que ir a
la guerra para poder contar nuestras historias cuando tenemos tanto que
ofrecer? ¿Por qué tenemos que pelear con uñas y dientes para mantener la
dignidad? Creo que es porque, como mujeres, hemos sido devaluadas artísticamente
hasta un nivel de indecencia, hasta el punto de que la industria del cine ha
dejado de esforzarse por averiguar qué quiere ver el público femenino y qué
historias queremos contar”.Después de las acusaciones a principios de octubre,
Weinstein fue despedido de su propia empresa, The Weinstein Company, que ahora
busca comprador. También fue expulsado de la Academia de las Artes y las
Ciencias Cinematográficas de Hollywood y del Sindicato de Productores. Las
acusaciones contra él se cuentan por decenas y se remontan hasta hace 40 años.
A través de portavoces, ha asegurado que él piensa que todas sus relaciones
fueron consentidas y niega las acusaciones de violación. Actualmente, los
medios especializados en famosos aseguran que se encuentra en un centro de
rehabilitación especializado en adicción al sexo cerca de Phoenix, Arizona. Salma desde que debutó como actriz en México, con la
telenovela Teresa, cuando nadie la conocía, se rumoraba en los pasillos de la
televisora, que sería una actriz de grandes vuelos ya que no se detenía ante
nada, por nada y por nadie.