Enojados están aquellos que han quedado dejados de la mano, ante los cambios políticos que vive el país, cuando estaban aclimatados al sistema de disimulo y corrupción. Aquellos que solamente bajo el amparo de la mediocridad y en el mejor de los casos del influyentismo, y que simplemente le daban explicación a todo aquello que estaba en el esquema de su normalidad, por mediocre o inmoral que fuera, es que ahora no se explican el cambio de circunstancias de manera radical cual nuevo régimen, que para su desgracia, aquellos que los sostenían también les fallan, por lo que pronto reconocerán que son retrogradistas con fases de su enfermedad terminal. Ya pasaron por el período de la negación, en donde no reconocían que aquel dibujado como un peligro para México, no solamente no lo fue sino que ha podido cambiar al gobierno de manera pacífica, aunque tenga que utilizar de manera estratégica, a las miserias humanas que sembró y dejó el PRI y luego el PAN, bueno digamos el PRIAN aunque históricamente también fue producto de una negación la fusión perversa. La conquista del abuso al Estado que se mantenía totalmente secuestrado bajo el disfraz de progreso empresarial, y la distorsión de valores que a los corruptos les impide distinguir la diferencia entre lo aspiracional y lo aspiracionista, simplemente los descontrola, quizá porque en muchos casos fue equivocado y falso lo que les fomentaron sus padres o educadores, su materialista forma de vida de proporciones por desvíos del presupuesto o por lo impuesto por los medios de comunicación, cuya integridad estaba direccionada a argumentos mentirosos que a base de repetirlos generacionalmente se volvieron mitos defendibles o admisibles. El fenómeno espejo de una actitud antiprogresista, hacen que los resistentes debatan con frases hechas, con la garra por el doblemoralista y supuesto cariño al país, a la nación, a la patria y al Estado, aunque ni sepan que significan esas palabras de las cuales piensan son lo mismo al ni siquiera saber distinguirlas. De igual manera tampoco se explican porqué la no desilusión de las mayorías a casi la mitad de un sexenio y el fortalecimiento del votado, porqué la fórmula de quien fue elegido por las mayorías, le sigue resultando a diferencia del foxismo y porqué se ha requerido una revolución administrativa a base de tolerar a malhechores en puestos de gobierno y porqué todos los partidos están rodeados de priístas. Tampoco saben porqué para recuperar la presidencia que estaba servil al empresariado y a grupos delincuenciales, se tuvo que formar un supuesto partido político que ni a partido llega. Aquellos que no saben de movimientos, que simplemente mal opinan, y además con todo su derecho, aunque son los primeros que caen en el juego de llamar a los tiempos actuales en cuarta transformación aunque tanto critiquen el término, por lo que seguramente no reconocen que no entienden lo que pasa ahora en el país, cuando ni siquiera saben que pasó en el 68. Sólo piensan que saben y temen de manera infundada, de que el comunismo está entrando al país, porque su prepotencia hace que menosprecien la política de Cuba o de Venezuela, aunque no tengan la autocrítica para darse cuenta que su sometimiento intelectual es más ancho, - aunque menos claro-, que la Casa Blanca. Sin embargo aunque los que no saben digan que saben y al momento de demostrarlo tengan que pararse de la mesa de diálogo, no les quita que también deben ser respetados, escuchados, tolerados;pero también descritos con respeto, porque el cambio social debe seguir al político, y el político al exitoso modelo administrativo que nos permite la claridad en medio de las furias, con tiempos inéditos que ya requería México ante tanta demora.