Los asesinatos ocurridos por delincuentes en Reynosa, Tamaulipas, y que el mismo Presidente Andrés Manuel López Obrador llamó -Ataques Cobardes- por tratarse de disparos a ciudadanos con armas de fuego sin una razón aparente que no fuera la intención de matar por matar, es lo que contradictoriamente ha determinado no llamarlos actos terroristas cuando claramente se desprende de dichos homicidios, prácticamente fueron realizados al azar para romper el orden establecido e intimidar a la población en general, es decir, actos terroristas. El liderazgo que se ha ganado el mandatario ante sus gobernados a base de la confianza, es que en esta ocasión ha hecho, que el presidente López comience a fabricar atajos mentales para encontrar la definición del análisis de lo sucedido sin que la reflexión lo lleve a la conclusión de calificar los actos antes descritos como actos terroristas. Ante los enemigos que se encuentran al acecho y quisieran seguir viendo a México pisado en su soberanía, controlado por un poder externo que les permita a los antiprogresistas seguir saqueando al país con tal de llevarse ganancias particulares inmediatas, y a los propios líderes de otros países que quisieran la intervención con el pretexto de procurar la seguridad y paz mundial y el combate antiterrorista; es que resulta adecuado que el Presidente construya laberintos mentales y lingüísticos ante las definiciones de los ataques ocurridos en nuestro país y cuyo objetivo invasor se planeó convenientemente para que un presidente ilegitimo se pudiera legitimar, como estampa del sexenio de Felipe Calderón. Mal Presidente es aquel que no le preocupa comprometer la estrategia de seguridad nacional, por lo que los actos de Reynosa que el Titular del Ejecutivo reporta como la intervención de un comando que disparó a gente que no estaba en plan de confrontación sino de ataque, y que los analistas no tenemos porque no calificarlos de actos terroristas como lo hemos descrito en nuestras anteriores columnas; resulta importante que el encargado del bienestar y de los intereses de la nación, sí tenga porque llamarlos como actos para apanicar a la población pero no actos terroristas. Y simplemente concluir como decía la Chonita "sí pero no".Más
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