sábado, 19 de junio de 2021

LA FIESTA

 

































ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.-No hay nada que el capital no mueva, no se salvan ni las aplastantes políticas neoliberales, ni las guerrillas de la ultraextrema,  ni el neopopulismo, ni las transformaciones tecnológicas ni los cambios políticos. Por lo que la división que vive nuestro país no es entre jodidos y aparentosos que siempre han ido de la mano; la verdadera división que vive México, es entre corruptos antiprogresistas y planeadores progresistas de un nuevo modelo económico; aunque los ignorantes lo concreten a una contienda entre el grupo “amlover” y el grupo antiamlo. La revolución electorera planteada como primer escalón para la renovación de la vida pública del país, ya está dada por parte del lópezobradorismo, quien vino a politizar a la sociedad mexicana que solamente lloraba frente a “Rosa salvaje” y disfutaba el cuento de hadas que se vivía en la residencia oficial de Los Pinos con Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera, que quisiera revivir la esposa de Calderón o Ricardo Anaya, para fortalecer  la  anterior estructura de un gobierno elaborado como un comité a la disposición del saqueo nacional. El fraude no ha desaparecido ni en la ley, ni en los órganos electorales ni en la práctica  del sufragio. Tampoco se goza de una fiesta democrática por el simple hecho de acudir a una urna sin la capacidad de nulificar los vicios del consentimiento y sin tener la herramienta de la conciencia plena que nos brinda la educación y la oportunidad igualitaria, que sí son dos verdaderos banquetes democráticos. Sin embargo con la llegada del lópezobradorismo aparecen  síntomas que pueden ser señales de los primeros pasos de un largo camino que deberá recorrer el pueblo y no sus gobernantes. Y la referencia  de tal situación, es la imposición de la mayoría que provoca la rabia incontrolable de la calumniosa minoría antiprogresista y el triunfo implacable de la izquierda y del movimiento neopresidencialista de López Obrador, y  no por obtener  el 50+1 en las elecciones intermedias, sino por desaparecer  a la oposición a falta de argumentos, al grado de que se ha tenido  que quitar la careta en plena pandemia, y reconocer que PRI y PAN son lo mismo, y que el partido azul clasista ha tenido que abrazar  a quienes observan como unos roñosos perredistas. Tendrán que ser los políticos corruptos de la vieja guardia, quienes han envejecido pudriéndose de deshonestidad, los que lucharán a toda costa por impedir la revolución pacífica de la vida pública del país, mientras tanto no se  vislumbre un cambio de  autocomposición de Estado con su respectiva revolución cultural e ideológica. Mientras tanto será el limitado voto, lo que se vaya utilizado como estimulador mental, ante la imposibilidad de alcanzar la condición orgánica que es la democracia,  y un nuevo comportamiento sociopolítico, de quienes solamente sienten  que cumplen, por el simple hecho de votar cada tres años  en lo que llaman una reunión democrática, por medio de la cual  los ingenuos acomplejados piensan van a elegir a sus nuevos empleados y otros a sus nuevos salvadores, en donde el noble y el villano, el prohombre y el gusano bailan y se dan la mano sin importarles la facha, y juntos los encuentra el sol a la sombra de un farol, empapados en alcohol, magreando a una muchacha; como  describe la letra de aquella canción  que tanto politizó y concientizó a la juventud sesentera en la voz de Serrat. El voto es el mejor remedio para que los calcamentes y pasamemes, no asuman su obligación de pensar, asumir y reaccionar, y prefieran  esperar a tachar una boleta para después  arrastrar la consecuencia de bajar la cuesta porque arriba en la calle se acabó la fiesta. Más en www.somoselespectador.blogspot.com