Será muy dificíl, aunque esperamos no imposible, que Lilly Téllez vuelva a ser la periodista que proyectaba inteligencia en el panorama de la comunicación, y cuyo concepto ha sido cambiado por la política oportunista que sigue las órdenes de su titiritero para derrumbar y desprestigiar el proyecto lópezobradorista progresista, después de ser una sierva del neoliberalismo infiltrada como candidata con afinidad al morenismo. Su romance con los panistas la han hecho perder la cabeza hasta trapear su prestigio por la pista del circo, que ella ha instalado en el Senado de la República, basado en insultos al proyecto de López Obrador pero con la cobardía de la insinuación, al no atreverse a la confrontación con el propio presidente. La programada senadora llegó al extremeshow, al patalear y gritonear enfrente del Subsecretario de Salud, Hugo López Gatell cuyo único error como funcionario público, es promover la comunicación y las medidas sanitarias con que debe enfrentar nuestro país la pandemia del coronavirus, y además, de que efectivamente, el médico político tiene de manera crónica, la enfermedad del ego. El sector salud de México ha sufrido las mismas complicaciones que los otros países del primer o segundo mundo y ha sido un miembro referente destacado para la Organización Mundial de la Salud, con todo y que faltan por corregir muchas ineficiencias ante el COVID19, y con todo que el subsecretario de salud, no ha controlado la valoración excesiva de sí mismo. Por su parte y en contrario, la senadora Téllez debe asumir su responsabilidad como representante popular, y recuperar esa autoestima alta, pero no a base de lamentables escenificaciones parlamentarias, ante la depresión que le puede causar, el servir a su amo de siempre. Así como Lilly señala a Gatell como un negligente, sí fuera honesta, en todo caso también tendría que dirigir gritos verduleros a su propietario Ricardo Salinas Pliego, quien ordenó no cerrar sus tiendas Elektras, ni en el peor momento de la pandemia, convirtiéndolas en un foco de contagio. Así que Lilly Téllez debería dedicar sus pataletas, para el grupo teleradiofónico del país, que se han convertido en voceros asesinos, al impulsar de manera sobredimensionada el uso del cubrebocas, en vez de ilustrar de que manera se debe efectuar de manera correcta, la sana distancia.
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