Lo que comenzó como una protección y una deferencia amable para las mujeres en el transporte público de la CDMX, se convirtió en un manual de procedimientos encaminado al repudio al hombre como un ser de alta peligrosidad y de instintos sexuales incontrolables, por lo que se le denigra a una tolerancia de limitarlos a ocupar determinados sitios y determinadas zonas marcadas en el transporte público, mientras que las mujeres tienen permiso, incluso de abordar vagones en donde se han embodegado a los hombres. La ineptitud de administraciones pasadas parecen haber heredado hasta la que dice estar formada en la política de la cuarta transformación, y con el pretexto del abuso a los derechos femeninos, preferir la comodidad de la separación hitleriana, que apostar por medidas que procuren un transporte de mayor comodidad y el aumento de trenes que permitan fluir con rapidez al pasaje, que ni es mercancía pesada ni animales en traslado.