En América Latina el
neoliberalismo comenzó con diferentes resistencias
pero al fin con un sometimiento aplastante, gracias al imperio empresarial, a
la corrupción de los gobiernos en turno y
al atar de manos de los ciudadanos
con el disimulo revolucionario y la idea de que el demonio era parte del
socialismo y el paraíso terrenal con el
capitalismo, con estereotipos para los Estados Unidos como el territorio celestial y paraa Fidel Castro como un maleficio
americano. La agresión constante al
trabajador y la falta de consideración en la repartición de riqueza y en políticas de Estado que abrieran oportunidades, parece romper la liga, que había sido
estirada al máximo por el modelo neoliberal basado en el monopolio, desvío cultural y la
corrupción, con un nivel mayor al capitalismo y al mercantilismo desmesurado,
en donde los valores y la violencia organizada
se volvió el sistema fundamental de sus bases
y como consecuencia el Estado fallido disfrazado de privilegios para
todos a base del esfuerzo e inteligencia de los más beneficiados. El despertar de América y el divorcio neoliberal que está teniendo México, lo convierte nuevamente en país clave para
el equilibrio, entre ser un vecino del
policía corrupto del mundo y ser el protagonista cercano de Latino América. El respeto
al voto antineoliberal -como reacción
democrática a la imaginaria inserción
natural en el mercado mundial para la exportación primaria-, ha sido respetada y
tolerada por el Estado profundo que
maneja el ritmo cardíaco del mundo, en base a una nueva estrategia de dominio, al grado de que el propio Estados Unidos
cuenta en apariencia, con un mandatario antineoliberal, con lo que hemos pasado de la guerra fría a la guerra muda, y que es tensa, entre el plan quirúrgico imperialista, y la frágil autodeterminación de los pueblos, que
se mece entre su libertad o un nuevo modelo económico basado en la creencia y
la nueva forma de vender y comprar conciencias.