De manera
inesperada y abrupta, -minutos después de haberse registrado en el país un temblor de 5.2 grados sin daños-, renunció
Margarita Zavala a su candidatura a la presidencia de la República, y también minutos
antes de entrar a grabar un programa de televisión en donde sería entrevistada
por los comentaristas de Televisa. La candidata independiente no se ha
pronunciado si tal renuncia es
consecuencia a una declinación para los candidatos del PRI o del PAN que se
encuentran en coalición con otros partidos, y
con quienes coincide en el desprecio a López Obrador, candidato de “Juntos
Haremos Historia” o una aburrición electorera de su conducta mentirosamente caprichosa. La candidata que
trató de mantener una imagen de
aguerrida, no ha dado la cara frente a su declinatoria ni una manifestación de respeto para quienes la
querían apoyar con su voto. Ahora las autoridades electorales tendrán que
realizar nuevos gastos para la adaptación del debate que está programado para el
próximo domingo y para la impresión de boletas electorales por una acción sorpresiva de aquella que
decía velar por el patrimonio del Estado mexicano y su estabilidad. México se
acerca a las elecciones presidenciales más importantes de su historia, aunque no será la cuarta revolución como algunos dicen,
pero cuya contienda está
compuesta, entre votantes cuya determinación de elección es firme y meditada y aquellos
otros que son susceptibles a ser engañados por los medios, por los partidos,
por la guerra sucia y por candidatos fantasmas como lo fue Margarita Zavala,
creación de Peña Nieto para desviar votos en favor del movimiento morenista. La
renuncia de Margarita Zavala y su irrespetuoso silencio, indica que sus planes fueron alterados por una mano
ajena a ella y que en los últimos minutos deberá esperar indicaciones de su destino. La salida de Zavala, también es indicación de
que Andrés Manuel López Obrador se encuentra muy arriba en las preferencias que
Meade y que Anaya, mucho más de lo que podría pensarse; al grado de que se han
tenido que improvisar fichas estratégicas.
La llegada de López Obrador a la silla presidencial parece
irremediable salvo que ocurra un magno
fraude electoral o estemos a unas semanas
de presenciar una tragedia. Por lo
pronto ha quedado claro que Margarita Ester Zavala Gómez del Campo, trató de venderse como una política moderna
con soluciones prácticas para el país, pero que nunca dejó de ser, únicamente, “La Esposa de Calderón”, y también una cónyuge, que no sabemos si es
panista o priísta.