Pasarán unas semanas
más para saber cuál es la situación
política inmediata de México de cara a sus elecciones presidenciales en
donde parece ya nada detendrá al
candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República, de existir
el respeto al voto que emitan los mexicanos. Sin embargo los magnos fraudes electorales de 1988, 2006 y 2012, la escenografía mal
montada de la democracia priísta, la alternancia macabra pripan y el atropello al voto en diferentes
elecciones gubernamentales e intermedias,
no parecen brindar certeza a esta
próxima votiva. La esfera empresarial teme
a la llegada de López Obrador al no tratarse de un hombre manejable y con intereses
negociables como lo fue Vicente Fox quien ganó la presidenciable y Cuauhtémoc Cárdenas a quien
se le robó la misma, pero quien al final, fortaleció el sistema de poder y
los privilegios de quienes ahora han armado una guerra sucia desgastada para estas elecciones pero sin
el impacto del 2006 que encabezaron las acciones antidemocráticas foxistas con el uso de la
fuerza del Estado. Los días pasan y las
fórmulas fallidas en montar una puesta en escena, en donde el perrepanista Ricardo Anaya era
una víctima de Estado y papel calca barato de López Obrador; no han funcionado. Ni
tampoco las peleas de Anaya con el priísta Meade, ni el intento de dividir
el voto con candidatos independientes en donde se tuvieron que ajustar
fichas con la renuncia de Margarita
Zavala. Tampoco ha funcionado aquella
temerosa frase de “peligro para México” que ahora suena hasta ridícula y que
antes era un bombazo mediático. El tiempo sigue su marcha y no ha explotado la bomba
que se decía estaba preparada para AMLO, para terminar de una vez con todas con
él, después de que durante dieciocho años ha sido vigilado sin poderle abollar
su prestigio obtenido como luchador oponente y como jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Se decía que la bomba venía de Venezuela, otros de Veracruz, otros señalaban que la aprehensión
del exgobernador de ese Estado, Javier Durate, estaba negociada con tal de ser
pieza fundamental para la realización de otro montaje en contra del candidato
morenista. Lo cierto es que más sectores
de la sociedad y aquellos que antes descalificaban a Andrés Manuel, ahora se
suman a su proyecto de nación, que sin
ser el más óptimo para el País, para muchos resulta agua bendita, ante un
México desmoronado en corrupción, violencia, abuso del poder y ausencia
compositiva de lo que es un Estado. Ni
el disimulo internacional y la complicidad estadounidense han sido suficientes
para que analistas externos y sin lucha de intereses, observen la opción
obradorista como la más conveniente para México. El fraude en las casillas
resulta cada vez más difícil pero no el que se pueda realizar en sus
exteriores, con la compra del voto y su ilegal circulación, o posibles acciones
de violencia y pandillerismo como las ocurridas el día de la protesta
presidencial de Peña Nieto y en el aumento de la gasolina, en donde se utilizaron grupos de
choque. Tampoco puede descartarse desde el control de cadenas en las redes sociales apaciguando al electorado o la violencia extrema como la que ya ha ocurrido en el asesinato de
varios candidatos. En este 2018 la historia podrá registrar las primeras
elecciones con la presencia del terrorismo o las primeras elecciones que dan
paso a un gobierno de izquierda que
puede eliminar las llamadas
reformas estructurales que tanto han
dañado al País, sin que tampoco pueda descartarse la extinción de dichos ánimos con una consulta
ciudadana para que el pueblo decida si las mantiene o las revierte. Todos estos
acertijos son dignos para ser contestados anticipadamente por los profetas mientras la fecha es
esperada por los historiadores. La
realidad, es que el modelo económico y político de México está desgastado, que
el país necesita un cambio radical aunque no se quiera aceptar por los
beneficiados del abuso empresarial y de
poder, o por aquellos que fueron engañados
por un sistema político que los hizo pobres para después rescatarlos con soluciones a cambio de votos. El tache en la boleta
electoral está más claro que nunca. La carta más fuerte en favor de López Obrador ante un
sistema podrido y un electorado ignorante, y aún con la falta de un equipo de excelencia a su lado; es
la presunción de decencia que está claro
que a sus contrapartes les falta, y que para sustituirla necesitan del voto
útil, el voto tachado, del miedo y de la propaganda negra. Aunque existen
ahora cuatro candidatos ante la renuncia
de uno de ellos; solamente existe uno diferente a los otros, para bien o para
mal. Por lo que el rumbo de México está
más claro que nunca en el gis electoral de los mexicanos, pero su destino solamente lo puede anticipar el adivino, y solamente lo podrá escribir con hechos ya ocurridos; el historiador.