Andrés Manuel López Obrador gana más, si pierde. Y es que
después de dos veces de ser impedido a
llegar a la Presidencia de la República
con fraudes electorales, esta tercera vez; podría ser la vencida para no lograr sus
aspiraciones presidenciales y exhibir al régimen de neosometimiento electorero que tiene México
y que puede ser tan eficaz en su perversidad
como lo es una dictadura. No
llegar a la presidencia será registrar a López Obrador como uno de los políticos más grandes de la historia de México, ya que
su grandeza estaría basada, por lo que no pudo ser, más que por lo que
es. Sí se le impide ser Presidente del País, López Obrador se convertirá en la
novia que no fue esposa. En aquella mujer que amamos antes de la que sí
llevamos al matrimonio, y que nunca vimos en fachas o con tubos para el
cabello, ni con malhumores, ni que nos haya gritado furiosa por no haber tirado
la basura, el día que nos tocaba; y que a final de cuentas, se convirtió en la mujer de nuestra memoria
selectiva, en donde solamente la recordamos en las tardes de helado y no con reclamos por el pago de la colegiatura o
con reproches por acudir tanto al boliche. López Obrador vivirá en el poema de “Lo
que no fue, no será” sin que se le puedan reclamar metas incumplidas o fallas
de gobierno. Pero también, quedará marcada la sociedad mexicana ante su propia inoperancia por el respeto a su voto y la facilidad
intelectual para ser manipulada mediáticamente por los que se nombraron
ganadores de la elección presidencial. Y
quizá en un libro empolvado, se mencione
a un hombre que estaba patológicamente obsesionado por ser Benito Juárez
García, mientras sus adversarios políticos lo estaban por ser como Carlos Salinas de
Gortari.