La experiencia es aquello que se adquiere después de vivir un hecho, varias veces, pero siempre y cuando se quiera adquirir aprendizaje en lo acontecido. José Cárdenas un periodista con 48 años de dedicarse a los medios de comunicación; en su emisión informativa del día de hoy, se portó como un novato. El orgullo de la Universidad Iberoamericana, hoy no supo que hacer con el micrófono y cometió el peor pecado que puede cometer un comunicador que es ofender a su entrevistado y calumniarlo. Hace unos minutos, en su informativo de Telefórmula y Radio Fórmula, Cárdenas buscó la entrevista telefónica con el Presidente de MORENA, Andrés Manuel López Obrador para obtener rating en su noticiario y bañarlo de aparente pluralidad. El periodista se mantuvo agresivo en sus preguntas al entrevistado, situación que no es reprobable, sino por el contrario se presta para ser puntual en el pensamiento del interrogado, pero sin embargo, José Cárdenas jugó con fuego y se quemó, porque el entrevistado comenzó a responder nombres y circunstancias que incomodan a aquellas empresas informativas y periodistas que quieren quedar bien con el actual gobierno y con el cerco informativo en contra de la verdadera oposición partidista de este país. Entonces Cárdenas queriendo justificar que la llamada realizada a López Obrador para dicha entrevista, -que desde luego, no era con el fin de apoyar los dichos del presidente de MORENA sino únicamente para alimentar al régimen peñista, exhibiendo una supuesta libertad de expresión en este gobierno-; comenzó a calumniar a Andrés Manuel, con lo que dejó de interrogarlo y comenzó a debatirlo y a asegurar que López Obrador tiene vínculos con Elba Esther Gordillo a la cual dijo el comunicador, ya ha purificado después de haberla tachado de corrupta. Entonces fue que López Obrador de manera categórica afirmó no tener lazos con Gordillo, la exlíder sindical del magisterio -situación que de una vez por todas fue aclarada de viva voz del político, al cual se le había acusado de su unión política con Gordillo sin evidencia alguna- pero también, el Presidente morenista, invitó a Cárdenas a ejercer un periodismo independiente y no servil y a seguir los ejemplos de los grandes periodistas que afirman probando y no lanzan el rumor o la calumnia. Fue ahí cuando el auditorio esperaba que Cárdenas contestara con sabiduría y energía y en su caso, mostrara las probanzas producto de una investigación periodística que pudieran demostrar la culpabilidad con que señalaba a su entrevistado; pero fue entonces que el entrevistador se hizo el ofendido y trató de interrumpir la entrevista que él mismo había originado y ofrecido a su auditorio, a lo que el entrevistado prefirió concluir brevemente sus conceptos y despedir lo más amable posible la conversación. Mientras que el comunicador por el contrario, señaló a su entrevistado una vez que éste ya había cortado su llamada telefónica y no sólo éso, sino que posteriormente dedicó una gran parte de su noticiario para hablar de su entrevistado junto con otro colaborador de su programa, haciendo señalamientos que no fue capaz de sostener en la entrevista. Definitivamente, este ha sido el peor episodio en la carrera periodística de José Cárdenas en donde por sí solo, se fue metiendo en un laberinto que él mismo construyó, hasta no encontrar la salida y tener que decidir entre defender su dignidad de periodista o no fallarle a la política del gobierno actual que por ningún motivo quieren dejar de accionar, la política de beneficios y corrupción que tanto han dañado a México, a lo que Cárdenas optó por lo segundo y atacar al más fuerte rival del sistema político mexicano y del Presidente Peña. Queda claro que muchos tienen la idea de que el cerebro de los radioescuchas y televidentes puede ser confundido, pero pocos tienen la idea de que también se les puede engañar en su estomago y en su sentir al estar respirando un bajo nivel de vida con que se enfrentan día con día, por el malestar social y la inseguridad, que son situaciones que no los confunden y son hechos que José Cárdenas debería éticamente reportear y no tratar de enterrar con maquillaje. Hoy toda una carrera profesional en medios de comunicación, principalmente en informativos por radio y televisión y recientemente en medios impresos, han servido para ejemplificar como un prestigio tarda en construirse por años pero en desbaratarse, sólo unos segundos. Si López Obrador tiene o no la razón, pasa a segundo término, después de este descuartizamiento periodístico cuyo fin era defender la idea de que en el gobierno peñista hay plena libertad de ideas en los medios y en las urnas; pero que terminó siendo un ridículo ante las propias cámaras del agresor, por más que ahora quiera imperar otra versión mediática para sanear su atrocidad periodística.