miércoles, 27 de abril de 2022

TERRORISMO MEDIATICO

 





















































ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.-Los espacios informativos, incluyendo la televisión preponderan la nota roja por las noticias de interés político, por lo que podemos  observar  el asalto en el transporte colectivo como una nota sobresaliente,-según los Jefes de información- por encima incluso del conflicto bélico en Ucrania. Canales con noticiarios las veinticuatro horas, se han convertido en programas policíacos o de nota roja, al estilo de la revista mexicana “Alarma” que presentaba hasta 200 asesinatos y robos a la semana, en los años setentas y ochentas. Sería absurdo minimizar el mundo violento, el ataque histórico a la mujer y a los grupos vulnerables,   pero también sería irresponsable no calificar de absurdo el término “feminicidio” que nació en sudamérica  como un factor de terrorismo formal sobre el real, -sin que se quiera negar su existencia como una nueva guerrilla intercontinental-, y que se utiliza con el principal fin de  lograr  una divulgación exagerada para luego seraceptada  con un proceso de normalización,  sobre el no minimizado problema de desaparecidos, actos violentos y cientos de muertes de mujeres pero también de hombres que requerirían en todo caso del nacimiento de  la figura del “masculinisidio” si en verdadse tuviera un fin o una solución correcta. Las estadísticas revelan que México registró 33.308 homicidios dolosos en 2021, una cifra inferior a la del año anterior que registró 36 579 homicidios en México. Es decir, una razón de 29 homicidios por cada 100 mil habitantes a nivel nacional, aunque se debe considerar que fueron dos años embargados por una pandemia y  de medidas  sanitarias de aislamiento. En los últimos nueve meses hay una tendencia sostenida a la baja del homicidio doloso que desemboca en enero de 2022 con una reducción del 14.4 por ciento en comparación con enero de 2021, incluso muestra una disminución del 19 por ciento a comparación de enero del 2020. En promedio, cada 24 horas fueron asesinadas 97 personas, entre ellas  10 mujeres y tres niños y adolescentes y el resto son masculinos, es decir mueren más hombres que mujeres. Loa anterior no se debe malinterpretar como un justificante de agravio, sino como una visión real de que es importante combatir al terrorismo real, no a la violencia sólo por género, sino a la violencia generalizada y también al terrorismo formal que tiene como fin paralizar la acción ciudadana  que sometida al miedo acepta patrones de conducta, es direccionada en cuanto a sus protestas e inconformidades, y genera fanatismos y divisiones. Está claro que la protesta de la mujer primero sobre su igualdad de derechos y libertades y después sobre la violencia de género, son totalmente justificadas ante una sociedad que se ha encargado de sobajarla culturalmente y agredirla en las calles como consecuencia del bombardeo mediático doblemoralista, la educación nula o deficiente, el modelo de distorsión de valores y las deficiencias familiares ejemplificadas y la falta de estricta seguridad pública con cuerpos policíacos con autoridad legal pero también autoridad moral.  Sin embargo las condiciones de la mujer han cambiado radicalmente y en algunos casos han superado al hombre por lo que no son  la fabricación de leyes y  aumento de  la penalidad  una solución de fondo para terminar con la violencia generalizada y menos con la de género, ya que  el simple hecho de tratarla por cuerda separada ya es una agresión, confundiendo la debilidad con la desventaja y la condición específica y comparativa de cada caso. El término Feminicidio ha servido para inutilizar aún más la impartición judicial en favor del victimario, ya que el feminicidio es el asesinato a una mujer por el simple hecho de ser mujer y el odio que le genera al asesino el sexo femenino, mientras que el homicidio femenino común, sí  trae consigo un nexo causal o una  razón distinta al odio de género, para asesinar a una mujer. Por lo que al tipificar un feminicidio, trae como consecuencia la distracción del juzgador en el estudio inútil  de que   si el acto criminal fue producto del odio o de otras circunstancias, entorpeciendo  la causa penal y la mala integración de sus carpetas, causas,  y expedientes, en vez de juzgar lo evidente, que es la simple ejecución de un homicidio, sea por odio o no  e incluso como lo hemos venido exponiendo, trátese de una mujer o no. El término infanticidio por ejemplo,  que es el asesinato a niños, nació como una situación de alerta exagerada sobre el crecimiento de sectas  satánicas y circunstancias hasta de canibalismo que finalmente adecuaron el tipo legal en la acción de matar a un recién nacido principalmente por  la madre o ascendientes maternos para ocultar la deshonra de la madre y distinguirlo del aborto, pero es claro que su  definición  moderna no tiene capítulo específico en el código penal de la CDMX y lo contempla dentro del mismo capítulo de homicidios en su artículo 12., como ocurre también en el caso del llamado  el parricidio que surgió como una nota policiaca de moda y actualmente sin capítulo especial se contempla    en el  artículo 125. Sin embargo por la presión direccionada , no ocurre lo mismo en el caso del feminicidio que se contempla en capítulo aparte al Homicidio con todo y que se define  en un artículo único, que es el 148 bis, de ley que se cita. En conclusión, el feminicidio que hace una diferencia contraria al artículo 4 constitucional que define la igualdad  legal entre hombre, mujer y familia; no nació como un movimiento social sino conductual de actos de extrema violencia generalizados en Sudamérica, que fue retomado de una ley inglesa antigua que tenía otra intencionalidad legal,  y que en México fue introducido como un plan macabro de difusión entre los años de 1993 y 2012 cuando se registraron en Ciudad Juárez más de 700 asesinatos violentos de mujeres, de las cuales la mayoría presentaba evidencias de violencia sexual y no de simple odio.  No se trata  de matar al mensajero, pero el tratamiento  de la divulgación  de asesinatos a la mujer, no en su promulgación por si sola sino  que se ha acompañado de un tratamiento espectacular y televisivo  que resulta un difusor de mayor violencia y generador de ideas para un sector criminal  que en un ambiente de violencia cotidiana, drogas y creación de grupos criminales y terroristas hacen que los  términos separados  de las acciones,  resulten una invitación a la conducta psicópata. En los primeros meses de este  sexenio lópezobradorista,  existió el intento de eliminar la figura del Feminicidio de sus códigos penales por motivos que hemos explicado  y eliminar complicaciones de juzgar severamente un homicidio agravado,  sin embargo  la acción mediatizada, y el alto promedio de ignorancia, hizo imposible realizar la reforma penal, ya que por intereses creados, se trató de confundir a los colectivos y a la sociedad que derogar la figura del feminicidio era desconocer el alto número de mujeres muertas, quietarle importancia a la conducta homicida sobre las mujeres e incluso agredir a la mujer misma, cuando solamente se trataba de una situación efectiva de atender  el procedimiento penal para obtener un castigo  y justicia, y disminuir el freno de  magnificación del término utilizado para la manipulación pero nunca una  disminución de la gravedad que significa matar a una mujer, como también lo significa matar a un anciano, a un niño, a un incapacitado o a un hombre, y  la importancia que debe ser consolidar la lucha y la defensa por el humanismo antes que por cualquier otro nominativo  de falsa moral  y como direccional de masas a nivel mundial.