jueves, 16 de mayo de 2024

TACOS DE LENGUA

 











































ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.-Es saludable para la vida pública del país  que su población se encuentre latente al diálogo, mismo  que los más preparados llevan a la discusión y los torpes hasta al pleito con la premisa manipuladora de la dictadura “ de que es inconveniente  hablar de política, porque equivale a hablar de fútbol o de religión y terminar de pleito”, frase impuesta de manera  recurrente,  con tal de que  se fomente una cultura de silencio y de vergüenza a la expresión de ideas y así evitar la  retroalimentación a base de limitar la expresión libre o hacer de la intimidación una costumbre. Las charlas que se entablaban “entre los que saben”, ahora rebasan a cualquier estatus social, nivel económico o académico. Aunque  existan los quejidos acostumbrados de fusilar al gobernante  en turno  o mostrar el malestar por el alto costo de la vida  al no poderse lograr que los precios  se perpetúen, y cuyas quejas y nivel de frustración  se vienen arrastrando desde más allá de los tiempos de las películas de Joaquín Pardavé,  de la revolución, la independencia y desde  más allá de los pochtecas al ser una civilización predominantemente comerciante, también existe un intercambio de sentimientos  que   se dice en las calles, en las pláticas de café, en los  trayectos  y que muchas veces no coincide con el punto de vista analizado y manipulado que como fiel plan de control aparece  en los medios de comunicación convencionales y  que otras veces parece papel calca en las  lecturas direccionistas. El cambio de la vida pública  que se adjudica a los hechos recientes de la vida nacional  de México y el mundo , y que muchos se los adjudican al asesinato a Luis Donaldo Colosio, al surgimiento del viejo PRD, a los terremotos  y hasta  a la matanza estudiantil del 68, pero  en realidad se traduce en la consolidación de la izquierda por medio del lópezobradorismo  como acción opositora al presidencialismo  absolutista  y dictatorial de los años sesentas, setentas y parte de los ochentas y al neoliberalismo inyectado a México desde el sexenio de Miguel de la Madrid y consolidado por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, y a la puntual exhibición de la llegada de un gobierno foxista disfrazado de cambio y que  de la mano del PAN no fue más que una alternancia que hoy  queda desenmascarada con la consolidación  del pripanismo, y la constitución del bipartidismo como causa del lópezobradorismo.  Y es que desde  1997 hasta la fecha, con aversiones, coincidencias, coherencias, odios , fanatismos, corduras  y arrebatos,  la agenda política del país no se despega de un nombre que es Andrés Manuel López Obrador, capaz de eclipsar por completo a Cuauhtémoc Cárdenas y a los que estaban de presidentes en turno, y de crear un movimiento neoadministrativo, que para concretarlo se hizo partido político y que no se ha desvanecido aún siendo gobierno como ha ocurrido en todos los casos de la vida moderna del país y  que lo más progresista que implanta como Presidente de la República,  es  la idea de procurar la austeridad política,  y adecuar la actividad  administrativa presidencial, al artículo 89 constitucional, cuando el presidencialismo resultaba un cargo de excesos, sumamente dictatorial como si  fuera  una herencia por  envío de todos los Dioses.  Y así la controversia  en plena  libertad,  y hasta en libertinaje capaz de voltear roles y consolidar otros, es que hacen del intercambio de pensamientos un campo minado pero refutable, que como primera etapa  de un proceso que nos lleva  a la plena  conciencia política  y al verdadero conocimiento de causa, resulta  saludable por donde se le vea. Es mejor que las charlas ciudadanas se mecen entre quienes gobiernan y quieren gobernar que en discutir sobre la existencia o no, del “chupacabras”, con todo y que  los intercambios  de diálogo no estén sustentados en la  racionalidad política, en la ciencia política, en  el pensamiento derivado de la filosofía y la teoría política,  en  la noción de la estructura compositiva del Estado, sino en  compartir memes,  en repetir argumentos de los ya decadentes líderes de opinión, en rescatar frases trilladas y otras composiciones  que sin capacidad de ser propias,  se repiten hasta el cansancio aunque sean infundadas y creación   de otros, pero que se coronan  sin criterio propio ni capacidad de análisis, hasta pegarlas  en el autoengaño de hacerlas nuestras sin ser originales y que solamente son defendibles con el insulto o dando por concluido el debate. Más en www.somoselespectador.blogspot.com