ALGUIEN TIENE
QUE DECIRLO.-Claudia Sheinbaum Pardo es aquella mujer que tiene encantado a su
amante que no le quita la mirada. Aunque pasen otras mujeres que se arreglan
y se ponen las mejores prendas para llamar la atención de su caballero, al final su enamorado no tendrá más ojos que para ella. Independientemente de
que Sheinbaum es la política con mayores atributos para continuar el movimiento
lópezobradorista y concretar el plan partidista de MORENA, así como para
defender el modelo de recuperación social, lo que significa que la persona de Claudia no es el movimiento sino la abanderada
al movimiento, ya marca una situación diferente a lo que ocurrió en el 2018 con la
recuperación de la presidencia por la izquierda,
en donde Andrés Manuel López Obrador no sólo era parte de un movimiento, sino
que él era la pieza total del movimiento, aunque apoyado por miles de votantes
y de activistas, y hasta de adjuntos oportunistas y convenencieros. López concretó una lucha contraneoliberalista que en un principio era tan tibia como Cuauhtémoc Cárdenas
cuando se le nombraba “el líder moral de la izquierda” antes de firmar negociaciones con Salinas, corromperse al mando de la jefatura del
entonces Distrito Federal y de ser un busca chambas durante el sexenio de Vicente Fox. Con el
nacimiento del PRD que financiado por el gobierno en el poder de pronto demandó
su emancipación y aquel movimiento estudiantil que culminó con una matanza de
estado en 1968 por la rebeldía desordenada e influenciada por los movimientos
socialistas pero sin estructuras consolidadas en México, es que desde entonces no había existido un
movimiento tan profundo y efectivo como el lópezobradorismo, que fue madurando
después de dos fraudes electorales y la batalla de poder a poder cuando López
Obrador era Jefe de Gobierno y enfrentó al mandato foxista como si fuera militante
partidista en vez de funcionario público, aún con la dependencia pública a su cargo y con determinaciones legales que limitaban a otras facultades que correspondían al titular del ejecutivo federal sobre determinaciones para la CDMX, y que
bajo esas condiciones de rebeldía y experiencias de frustraciones electoreras, el movimiento democrático fue adquiriendo el plan
maestro para que utilizando las propias reglas electorales, se pudiera lograr la presidencia a cargo de López,
y también una vez obtenida, el responsable de la misma tuviera un plan concreto de qué hacer y como hacerlo, lo que trajo el éxito electoral y el éxito de gobierno
que es la consecuencia de que los
votantes busquen la continuidad de ese plan por medio de un noviazgo con Claudia Sheinbaum,
quien ha sido elegida por López Obrador. Por eso cuando los adversarios
pripanistas tratan de humillar a la candidata de MORENA, señalando que quien
dará la órdenes en el próximo sexenio
será Andrés Manuel López Obrador, tales acusaciones torpes en vez de debilitar a
la candidata morenista, la fortalecen por quienes quieren que la mano
lópezobradorista siga gobernando o por lo menos estructurando un proceso de cambio profundo en la vida pública y social del país. que de no ser por la ideas democráticas y estratégicas
del actual Presidente, hubiera podido buscar una reforma reeleccionista c con un apoyo mayoritario por parte del pueblo de México, sin considerar lo insano que pudo ser dicho acto. Ahora la idea repetitoria de gobierno y del plan lópezobradorista, se nota en las calles que están ganadas para que MORENA mantenga la Presidencia, tan
ganadas que se anuncia con claridad, la
victoria de Claudia Sheinbaum, para que en semanas se convierta en la primera
mujer presidente de México. El apoyo al Lópezobradorismo que para los que no les conviene el progreso de la nación, han
descrito de fanatismo y le ponen una etiqueta fantasiosa de dictadura e imposición comunista, no es
más que una reacción natural ante una idea primitiva de mantener el presidencialismo empresarial abusivo del
pasado, que rebasó la operación corruptiva pero que no logra su recuperación ni desvanecer el movimiento lópezobradorista, ni con la guerra sucia, ni con el
direccionismo mediático, ni ante las intenciones de convencimiento sofista o los descalificativos espejo de quienes los emiten y que solo intentan, el regreso de un pasado oscuro e indefendible. Hoy la mexicana Claudia
Sheinbaum es más novia de México que la propia estadounidense Angelica María de los años
sesentas, porque en vez de llegar a una casa disquera, llegará al altar este 2 de Junio, bajo la ceremonia de una boda
que fue inteligentemente negociada con algunos villanos para asegurar lo que se logró de la misma forma en el 2018, sin que haya contratiempos en una boda que es la consolidación de
uno de los liderazgos más importantes
de América Latina y de la historia del México contemporáneo, bajo la capacidad intelectual, calculadora y la solvencia moral de Andrés Manuel López Obrador, y la
cada vez mayor intención de concretar un
nuevo estilo de política que se enloda ante un sistema político y educativo, orientado bajo un plan de control del anterior régimen, para establecer con firmeza al individualismo y a la corrupción. Los resultados sorprendentes del
Presidente en su sexenio, su cumplimiento a casi todas sus promesas de campaña, sus
planteamientos morales y económicos, su revolución presidencialista con un firme modelo social
y moral, concretan la victoria de Sheinbaum, ante sus contrincantes
cegados por la podredumbre que les impidió ser competitivos y que les
impide reconocer su fracaso, que ahora disimulan aún con las notorias heridas y
que seguramente querrán judicializar . La última concretización
del Lópezobradorismo que formó un partido y lo llevó a ser la
primera fuerza política en tan solo ocho años, ahora será volver a repetir la victoria electoral en la presidencia de la
República en lo que tratará de ser, la
continuación de la regeneración del país, pero que de ahora en adelante, la guerra será partidista, y ya no la idealista del lópezobradorismo, aunque inspirada
en esa fórmula que regaló los llamados “momentos estelares” para un país cuyas
generaciones crecieron, maduraron o envejecieron con la palabra transexenal de “crisis”.
Los movimientos de un país la arman los
económicamente poderosos para ayudar primero a los pobres, y el lópezobradorismo no ha sido la excepción, aunque tampoco ha alcanzado honrar la premisa de que los cambios profundos no lo hacen los
dirigentes ni los gobernantes, sino que los hacen los pueblos. Pero mientras tanto,
brindemos por la recuperación de la salud democrática, alcemos para pedir elecciones exitosas y pacíficas y…¡qué vivan los novios!. Más en www.somoselespectador.blogspot.com