Vino, las golondrinas, una canción de José Alfredo Jiménez y
más de veinte mil abrazos, despidieron a Joan Manuel Serrat en la CDMX en su
gira del adiós “el Vicio de Cantar”, que ha incluido América, Estados Unidos y
cuyo punto final será Europa. Con unos zapatos de 78 años, el cantautor guarda
su guitarra en pleno derrumbe del pensamiento neoliberalista en México y la
locura de los demonios de resistencia. El Auditorio Nacional estalló en júbilo
con lo que mañana será un recuerdo de haber recordado, y de una guitarra que
abrió un tesoro literario propio español y de otras plumas literarias. De pronto
Serrat consagró al mexicano Manuel Mijares a quien invitó al escenario, para
que el cantante de consumo, ya pueda morir tranquilo ante la vivencia de estar
junto al catalán gigante. El mal rato que fue para muchos la aparición del
cantante surgido en “Valores Bacardi”, se limpió con 30 canciones serradistas,
que han sido la música de fondo de un planeta en busca de la libertad, y en la
nueva preocupación de Serrat que es la ecología. Después del disfrute llegó el
silencio, un telón que impedía volver a ver el escenario y quizá el inicio del
silencio de lo que será estar sin Serrat en vivo. Más en www.somoselespectador.blogspot.com