La revolución presidencialista consistente en que el mandatario ya no es un mandante, situación que ha impulsado el Presidente Andrés Manuel López Obrador para transparentar la vida pública del país, misma que no alcanza para otras oficinas de gobierno ni para otros sectores como lo es el sindicalismo, las cámaras de la Industria, las asociaciones no gubernamentales y al propio ciudadano en su conducta individual, cuyos cambios serían motivos de otras circunstancias, incluyendo la educativa y el desapego a la corrupción por valores e ideales distorsionados, que implantó el presidencialismo dictatorial, que el actual Titular del Ejecutivo Federal lo conceptúa como neoporfirismo. La cultura politiquera de las promesas, los proyectos sin fechas de cumplimiento y el clientelismo partidista, han convertido al trabajador sindicalizado con ineptitud para la acción pero con ímpetu para el reclamo. El trabajador que también es votante, poco entiende que es la forma autocompositiva del Estado, de las limitaciones pero de lo idóneo que es una lucha de gobierno pacífica y de las diferencias que tiene con lo que es una lucha política. De ahí la falta de entendimiento de la importancia del rescate a la energía eléctrica y a la rehabilitación petrolera que se contrapone a lo que opinan los bombarderos mediáticos. El abandono al país por parte de su gobierno pero también por parte de sus ciudadanos, son los que permiten la resistencia retrogadista, la no desaparición del Partido que implantó el atraso nacional, el oportunismo de corruptos que se cuelgan en un nuevo movimiento, la existencia de personajes que pese a sus raterías siguen siendo bien recibidos en ciertos núcleos hipócritas de la sociedad y de la agrupación de gremios, y la existencia impune de parásitos como Jesús María Ochoa Domínguez, que pese al repudio de su gremio actoral en la Asociación Nacional de Actores, busca desesperadamente la foto con el Presidente López Obrador para fortalecer su imagen de poderío, que más bien es la imagen de debilitamiento de la ANDA, ante trabajadores de la actuación, que mientras fueron favorecidos, aún con resoluciones oscuras, no expresaban ningún malestar al que ahora manifiestan con las mismas acciones oscuras, pero ahora de la autoría de Jesús Ochoa, quien esta mañana, se presentó a la ceremonia del Día del trabajo en Dos Bocas, y que antes de que el presidente López Obrador se desocupara, Ochoa se entrometía para ser el primero en ser saludado. El Presidente se tomó su correcto tiempo y después llegó el alarde de un Ochoa, quien es muestra viviente de la otra mitad de la manzana, que también debe de ser eliminada y cambiada en nuestro país y cuyo proceso será lento de ser por la vía pacífica, pero que definitivamente es la vía que demanda y requiere México en su momento histórico, pero que no por ello, es una situación que deben resolver mediante los procesos y las instancias legales, los trabajadores sindicalizados y no sus dirigentes o sus gobiernos.Más en www.somoselespectador.blogspot.com