Desde la falta de ética en la utilización de un espacio informativo por un periodista cuando tiene conflicto de interés, y en donde se pierde la seriedad si se trata de un show montado, o de un asunto personal no basado en el provecho social y buen desempeño de los medios de comunicación; hasta pasando por la constante violación del derecho constitucional a la privacidad, y lo que resulta en consecuencia, el mal uso de un bien concesionario a particulares, mediante programas que se dicen tener contenido de espectáculos y no son más que programas de chismes, de intromisión en la vida de particulares, pero que también derivan en el uso de contenido para captación económica por medio de la publicidad y propaganda disfrazada, con posibles pagos subterráneos y evasores de impuestos, y que son pagados por quienes buscan la fama, mediante el chisme a falta de talento. El pleito mediático y legal entre el lector de notas del corazón Gustavo Adolfo Infante y el actor Alfredo Adame, en donde se derrochan recursos del Estado en el uso de medios de comunicación que son desviados para la utilidad pública, así como también el involucramiento de órganos jurisdiccionales, no es más que la decadencia de los medios convencionales y de quienes se dicen periodistas profesionales que resumen su preparación en 4 años de una carrera raquítica, y que sin pudor, todavía resultan señaladores de aquellos comunicadores de medios no convencionales, mismos que los han venido a desplazar de su zona de confort que les daba el monopolio mediático a los comunicadores tradicionales, y que los han venido a exhibir por su falta de preparación, de talento y de ética.