Para muchos hasta se vuelve enfermedad, la manía de comprarse premios para levantar su mediocre existencia como es el caso de los Honoris Causa, que se entregan a quien lo compre aunque no sea el mejor postor. El Honoris Causa ha sido un vehículo para que los organizadores se llenen los bolsillos, basados en universidades o planteles de estudios patito; y para quien los compra, un plan engañatontos y el sueño de alcanzar un doctorado que sus limitaciones intelectuales les han impedido.