lunes, 26 de junio de 2017

NINIS QUIENES PUEDA AYUDARLES





Acrónimo pegajoso, como pocos, el de los NiNis (o jóvenes que ni estudian ni trabajan) es un término que se ha posicionado con éxito notable en la prensa y medios de comunicación. A su vez, los acontecimientos de la primavera árabe y los motines de Londres en agosto del 2011 lo han mostrado como un fenómeno global de vastos alcances, mucho más allá de México.Las primeras declaraciones al respecto lo situaron en alrededor de 7 millones-7.5 millones de jóvenes. Se asume (o se supone) que para la población joven sólo tiene sentido trabajar o estudiar, es decir, estar en la economía de mercado —el ámbito de interacción donde se ofrecen y adquieren servicios laborales— o estar preparándose para ello; de no ser así, tal pareciera que se tratara, en primer término, de recursos humanos desperdiciados.El dato de 7 millones es casi tan nemotécnico como el acrónimo. En nuestro país (como seguro ocurre en otros), la cifra más grande o acorde con una noción de lo catastrófico es la que normalmente se posiciona y se sitúa más allá de todo abordaje crítico. A esto se suma que para el tipo de discurso que predomina en México —sea en éste u otros temas— lo que importa no es tanto el rigor conceptual sino, más bien, visibilizar un problema; por ello, la cifra de los 7 millones cumple bien con alertar sobre algo real y urgente, pero que dista mucho de tener alguna precisión. Así, una cosa es entender el mérito que tiene el detonar un debate y otra quedarse sólo con aquello que tiene shock value, sin pasar a una fase de análisis.Para que el término pase de una etiqueta orientada a visibilizar un problema a un concepto estadístico que realmente permita medirlo, se debe transitar por un proceso de discusión, comenzando por tener una idea de los puntos problemáticos que supone el hacer una identificación correcta de este segmento poblacional.La precisión en la forma de construir un dato sólido no es para satisfacer una manía puntillosa; tarde o temprano, una cifra pasa de ser una bandera a la base sobre la cual se calculan montos y presupuestos de programas.