Aunque las televisoras se han encargado de mostar más imágenes de violencia que se trata de actos provocados por grupos organizados que no son ciudadanos comunes que los actos cívicos en contra de los aumentos desmedidos de los energéticos, no se pudo ocultar la manifestación pacífica protagonizada en la caseta de Camargo, Chihuahua, en donde los manifestantes fueron recibidos de manera exagerada por un cuerpo antimotines de la Policía Federal y en donde los inconformes al sentir el peligro de las fuerzas del orden, pusieron las manos en alto para que se notaran desarmados y no existiera ningún pretexto de agresión. También se hincaron y entonaron en voz alta el Himno nacional mexicano con lo que la estrategia de violencia tuvo que ceder al diálogo con lo que se dibujó una estampa que representa a un pueblo sometido, desesperado y de rodillas ante un sometimiento económico, social y educativo pero también se demostró que la desesperación ciudadana puede llevar a la protesta organizada. Sin embargo la historia de México y la universal nos ha demostrado que la manifestación no es suficiente si la misma no se acompaña de planeación y conciencia educativa. El mal que acoge a nuestro país no es solamente la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades sino la ineficiente educación y conciencia de valores ya que en ausencia de los mismos se ha venido presentando una descomposición social ante el cumulo de mal gobierno y malos ciudadanos. Con una situación que para nuestro país ya ha sido aparentemente intrascendente como es la alza de los precios; ha bastado para que se haga notar otro México que ha pasado de la queja y el malestar a la desesperación, situación que no lo excluye del resto de los países de América latina que vemos tan lejanos en su disfunción política y social pero sin alcanzar una revolución educativa y no armada, ya que es la educación la única balsa que puede salvar a los navegantes de un mar peligroso y violento.