Mientras el conductismo -de adoptar actividades deportivas de otras latitudes como propias y de exagerar de fenomenales, eventos que resultan ordinarios-, se apoderaba de algunos televidentes y aficionados del futbol Americano como cada año que se juega el Súper Tazón, ocurría que en el salón Tropicana de Plaza Garibaldi en la CDMX, se realizaba la brillante ejecución de temas con mariachi de la grandiosa joven Diana Michelle. Los ahí presentes gozaban de una voz joven que ejecutaba temas de nuestra música. Mientras tanto apenas a 1,481 kilómetros de ahí, se jugaba un encuentro de Futbol Americano que es un deporte regional, que se juega en muchos países pero que no se hace en todos y menos con una liga formalizada ni se cuenta con un mundial en la especialidad. En el en el Caesars Superdome de Luisiana se hacía un homenaje al aburrimiento mientras que la cantante joven de nuestra música hacía que los espectadores tuvieran una noche inolvidable en su retorno al centro de espectáculos de mayor tradición en México. La final de la NFL se exhibía sobrevaluada como ocurre con el Oscar o los Grammys por la industria del consumo. Kansas se mantuvo una gran parte del encuentro sin anotación, el espectáculo de medio tiempo fue muy austero y a la mayoría no gustó, y al final el marcador fue un pobre 40-22 en favor de Philadelphia, aunque quienes compraron los derechos de transmisión y tienen intereses ligados al evento estadounidense, lo califican tan extraordinario como la pasada semifinal de la Liga MX entre Cruz Azul y América y tan majestuoso como el concierto que Diana Michelle celebraba a la misma hora del aburrido pase de balón. Imágenes de cortesía