ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.- Pocos nos imaginábamos el día en que pudiéramos ver a un
Presidente de la República reconocido en
su función constitucional, en vez de un Presidente latigado con el repudio
con máscaras de su imagen en los
semáforos, por lo que el día de ayer a
más de medio sexenio, López Obrador en el grito realizado en el zócalo
capitalino, constató que vivimos un mandato presidencial sin registro en la
historia del México moderno. La miopía del pueblo de México que contrasta con su
híperolfato, han cambiado las lunas de
miel establecidas con Vicente Fox y Ernesto Zedillo, los repudios a Calderón,
Salinas y López Portillo, y los pisoteos de Echeverría y Díaz Ordaz, por la
confianza, aceptación y alta calificación depositada al Presidente Andrés Manuel López Obrador, en
donde al entrar a una pecera
contaminada, nada un político excepcional, que lejos de lograr una cuarta
transformación del país, sí ha logrado un gobierno de compromisos cumplidos, de
congruencia ideológica, de apertura, de cambios en la administración pública y
sin duda una revolución en el cargo presidencialista que ha traído como
consecuencia un efecto inversal que convirtió la vida pública del país en un
mundo al revés, y el desmoronamiento por las proposiciones aplicadas, de supuestas
fortalezas perversas; no en su total desaparición, sí en su contención de
cascaron y desenmascaramiento. Ayer en
el grito de Independencia del titular del ejecutivo federal con vivas jubilosos y con mueras -que describían de los pies a cabeza a los retrogradistas,
antiprogresistas, resistentes, simuladores aspiracionistas doctrinarios del
clasismo y conservadores-, es que no se necesitó ni un efecto de sombras para
ocultar al presidente como en el caso de los últimos gritos de López Portillo, ni tampoco efectos de sonido priístas, que dieran
fuerza a Peña Nieto para encararse con la plaza pública. Tampoco nadie se
acordó de las mentadas de madre de barrio a los que recurren los priprdpanistas
en las cámaras, ni de la doble moral mediática o judicializada. Simplemente el
Presidente de la República que evitó como luchador social, la desestabilización del
país con el plantón del 2006 y la
estrategia electoral en el 2012, es que
sin ser un súper héroe de 69 años de edad, jaló la cuerda de la campana de
una sociedad rejuvenecida, que se vincula con su presidente, que muestra lo
contrario a lo que describen los pregoneros condicionados y que sin contra-movimientos
innecesarios, se asombra ante la lejanía
del gobierno federal de los gobiernos locales y no se contagian de la esquizofrenia corrupta,
de los que dicen observar la llegada de una dictadura
presidencialista como la que se tenía con el PRI y con el PAN , y en vez de la cartulina escrita y denunciante que alegue
la supuesta militarización del país, los
ciudadanos brindan la mano a su ejército con una fotografía en un desfile sin novedades ni actos
terroristas en el cielo, que pudieran
alarmar el recalentado del pozole de las familias mexicanas.