Los
culpables del terrorismo criminal, genocidio, violación a los derechos humanos,
quebranto al tejido social, desaparecidos y un gobierno criminal; no solamente
es responsabilidad de un ex director de la Agencia de investigaciones en el
gobierno de Vicente Fox, o de un ex secretario
de seguridad pública en el gobierno de Felipe Calderón o un ex asesor técnico de Peña Nieto;
cargos todos, que recayeron en Genaro García Luna, hoy
principal acusado de un narcogobierno en México. Aquí se tendrá que averiguar sobre las acciones visiblemente
criminales de algunos gobernadores, militares,
jefes de medios de comunicación, secretarios de Estado, empresarios,
exfuncionarios públicos y hasta expresidentes; para lo cual no habrá centro penitenciario que alcance, para
arropar en sus instalaciones a funcionarios que han desfilado durante estos
tres sexenios. La delincuencia ligada al gobierno mexicano no es algo novedoso y sorprendente, recordemos
las matanzas de los años sesentas y setentas, o la mafia organizada
por Arturo Durazo Moreno con López Portillo, o las matanzas
partidistas en el sexenio de Salinas de Gortari. Aquellos que son los más bajos asesinos; resultan que también son las personalidades más distinguidas y
respetadas en nuestra esfera política. Sin embargo, las persecuciones que se
viven en nuestro momento político
actual, son muy diferentes a los quinazos, o al disimulo espectacular de
aprehender a un afamado narcotraficante. Ahora vivimos una contundente persecución estadounidense
ante un gobierno antineoliberal como es el que mantiene Donald Trump, quien
aprovecha la credibilidad y solvencia moral del actual Presidente de México,
para juzgar a mafiosos ante sus tribunales estadounidenses; lo que puede ser una primera etapa de
invasión a la soberanía nacional, basada en este antecedente judicial , para que pueda convertirse en una acción coercitiva en aras de la lucha contra el terrorismo
mundial. Dentro de lo malo que resulta
el clásico proceder del país invasor
disfrazado de policía internacional; se encaran los nuevos tiempos de
relación mexicoestadounidense, con un mandatario legítimo y no espúreo, aunque
atacado por grupos de resistencia que se disfrazan de oposición y que no pueden
exhibir un meme y mucho menos una
evidencia, de que el mandatario federal actual, haya incurrido en un acto de
corrupción comprobable y comprobado, aún con los ojos persecutores de las
fuerzas del estado y empresariales, que
se mantienen, sobre de él, y que define tal resistencia; como un acto
natural, a los que estamos expuestos las personas públicas, que son la calumnia
y la cercana observación.