Sí la rebelión estudiantil en aquel octubre del 68 fuera una base importante para la evolución democrática y la conciencia social de estos años; entonces tendríamos que reclamar el porqué la tolerancia electorera y no la fuerza del sufragio, y porqué la potestad presidencialista por muy sana que se pretenda ser ahora, y no el mandato directo del pueblo; porqué el atropello a los derechos laborales por las comisiones bancarias, porqué la impunidad a cambio del control mediático, porqué la falta de efectividad de la resistencia pacífica y la manifestación retrógrada, porqué la descomposición del Estado y la distorsión del tejido social. Será que el 68 es solamente un antecedente nostálgico de lo que se quiere que sea y no es; será que el cambio fascinante de la vida social y política del país todavía no escribe su pliego petitorio, debido a su una ideología analfabeta o será que seguimos exigiendo promesas sin acciones con un dolor de las matanzas pasadas, pretéritas y presentes, que se hacen notar en el cadáver de nuestro torpe y manipulado pensamiento.