jueves, 13 de octubre de 2022

LA DESMILITARIZACION DEL PAIS EN EL SEXENIO DE ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR

 





























ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.- Está claro que el ejército mexicano tiene un amplio prestigio como agrupación militar de salvamento, y aunque resulta ser más confiable que cualquier cuerpo policíaco, también es cierto que  genera una amplia desconfianza en otras actividades como lo son la vigilancia y las labores de seguridad pública, inclusive como mando superior en defensa de nuestra soberanía, cuya resistencia a una invasión de un país imperial sería inútil por su falta de potencial bélico. Históricamente, las fuerzas armadas mexicanas han  mostrado más fidelidad al gobierno que al pueblo, por lo que se puede aplaudir su capacidad de obediencia pero también se le puede recriminar su no levantamiento de Estado, ante gobiernos traidores a la patria como los que se presentaron en los mandatos de Díaz Ordaz, Luis Echeverría, en donde  el ejército mexicano se convirtió  en por lo menos cómplice de matanzas a civiles, y en el resto de los sexenios priístas en agrupación tolerante de una dictadura presidencialista; situación que se agravó cuando los uniformados se convirtieron en criminales y cuerpo de acción ilegalizada en los sexenios de Fox, de Peña y principalmente de Felipe Calderón Hinojosa, sin que hasta el momento no exista un proceso serio en los juzgados marciales contra ningún militar ni sentencia que  lo condene a pena de muerte. La creación de la Guardia Nacional,  y la participación del ejército mexicano como auxiliar de la misma o en  mando, y ahora con  la aprobación de la prolongación del decreto  del 26 de marzo del 019 para que el ejército continúe en operaciones de seguridad pública hasta el 029,  es que en vez de ser una acción legislativa de militarización resulta todo lo contrario, al dictaminar un fundamento legal que autoriza a las fuerzas armadas a extender sus actividades que se limitaban al espíritu del 129 constitucional y que anteriormente al sexenio lópezobradorista, el haber operado  sin dicha licencia legal transitoria, convirtió al ejército,   en un agrupación militar violatoria de las leyes mexicanas con acciones clandestinas a las cuales un buen soldado podría negarse a su ejecución como excluyente de responsabilidad, y al no ocurrir tal situación, resultaba un acto grupal anticonstitucional, contrario a los derechos humanos y casi humanitarios, y con actos  de militarización evidentes. Por tal razón, señalamos que seguir sujetando a las fuerzas armadas a un marco legal que antes no los autorizaba a realizar acciones de seguridad pública,  más que una acción de militarización es una acción de desmilitarización y contraria a la ilegalidad festejada por Calderón y Peña. También está claro, que sí las fuerzas armadas no  concertaron un golpe de Estado en gobiernos producto del fraude, mucho menos lo harán  ante un gobierno legítimo y con un amplio respaldo ciudadano.  Sin embargo la ampliación del plazo intervencionista del ejército mexicano en labores de seguridad pública debe  acompañarse con la creación de un colegio de policías  cual colegio de militares, para  que sirva de paso generacional para la policía federal, estatal y municipal. Es claro, que aquellos que se preocupan por un ejército que  en la actualidad, actúa y se apega   dentro del marco de la ley  y que antes la  violaba, o  aquellos que torpemente temen,  que por ocuparse el ejército en operativos anticriminales puedan  descuidar un intento de invasión por parte de Cuba, Estados Unidos, Belice o Guatemala  a nuestro país; en realidad tienen una infundada inquietud  que es producto de la ignorancia o de la mala fe, cuando el verdadero enemigo de la patria está en casa,  y está disfrazado de  narcotraficante cuando en realidad  es terrorista, o está   disfrazado de político de oposición cuando en realidad  es criminal de resistencia,  o está disfrazado de empresario cuando en realidad  es saqueador e invasor de soberanía económica, o se ha adueñado de los  medios de comunicación disfrazado de periodista valiente cuando en realidad es un vocero a sueldo del direccionamiento atacapatrias,  y todos atacantes de la gobernabilidad democrática, de  la defensa exterior, de la seguridad interior de la Federación, del  bienestar general de la sociedad y el cumplimiento de los principios de la carta magna,  y también celosos atacantes de la integridad y estabilidad del Estado mexicano, sin ni siquiera tener que utilizar uniforme o pertenecer al ejército. Más en www.somoselespectador.blogspot.com