No hay más
violencia que la que ejercen los pripanistas al abusar de aquellos ingenuos o manipulables ante la cultura de las apariencias sociales, y que se forman en la marea
rosa, apoyando el antilópezobradorismo y terminan siempre ridiculizados, siendo
defensores de lo indefendible y al final engañados y derrotados una, otra y
otra vez. No hay más violencia que la distorsión de los hechos y la acción mediática que dibuja un México supuestamente
secuestrado por la violencia como resultado de la delincuencia cuando de
ninguna manera es la violencia común y ni siquiera el narcotráfico lo que tiene
a México rodeado de crímenes, no mayores a los que nos relataba la revista
sensacionalista “Alarma” de los años ochentas. No se puede explicar la
violencia que en cierta medida invade al país, sino se comprende que existe un plan terrorista mediático formal
y otro real, que incluso ha sido advertido por el gobierno de Estados Unidos que se mantiene atento a la ejecución de
seguridad fuera de su territorio, en cuanto se reconozca la existencia de este
terrorismo por parte del gobierno
mexicano y así efectuar sus acciones policiacas intervencionistas. La
tipificación del delito de feminicidio contrario al espíritu y observancia de
la carta magna de nuestro país, fundamentada en su artículos 1 y 4 y siendo
parte de una exportación legal nacida en sudamerica en donde no se contempla el delito de masculinocidio siendo más hombres que mujeres quienes mueren al menos en
nuestro país, y el despliegue de un gobierno calderonista bajo el pacto delincuencial y con operaciones
de montajes de secuestros y otros actos criminales, dieron comienzo al
terrorismo bajo un esquema bélico
permanente pero también al terrorismo mediático de la nota roja y de supuestas
capturas a criminales que eran televisadas en vivo. La pacificación del país no
lograda en el sexenio
lópezobradorista en donde el propio
Presidente de la nación ha aseverado que “sin pacificación no hay
transformación” y en donde ha tratado de sensibilizar a la población con frases que pueden ser tan profundas como frívolas basadas en el “abrazos no balazos”, es que han servido para contragolpear al ataque
mediático que mediante la televisión ha dado paso a la nota roja antes que a la
informativa. La cancelación del grito de la Independencia en Culiacán en donde se iba a presentar la cantante Angela Aguilar, resulta
un a acción del gobierno estatal y municipal, de pánico
bajo el recuerdo de aquel grito
en Michoacán en donde estalló una granada que detonó la supuesta batalla contra el narcotráfico de Felipe Calderón
y de su secretario de seguridad pública, hoy esperando sentencia criminal en Estados Unidos.
Y es que la suspensión de la fiesta patria en aquel municipio del norte, se debió supuestamente a la ola de
violencia que se incrementó en esta última semana por las confrontaciones de
grupos delincuenciales y que han arrojado la escandalosa cifra de nueve muertos
en las últimas veinticuatro horas, en una zona poblada con más de un millón de
habitantes de los más de tres millones que conforman todo el Estado de Sinaloa, -y que sin tratar de minimizar el dolor y lo que provoca la muerte de un ser humano-,
ese considerable incremento de 7 asesinatos en un día es mucho menor al que tan sólo se presenta en
el Barrio de Tepito de la Ciudad de México o a las cifras que presenta
Guanajuato o la propia CDMX que ha llegado hasta a un centenar de
victimas en un día sin que se haya suspendido ningún espectáculo vespertino o
nocturno ni partido de fútbol. Para la periodista y cantante María Elena Leal Beltrán, hija de la simbólica cantante de música mexicana, Lola Beltrán, apodada como "Lola la Grande”,
aseguró en una entrevista exclusiva para el blog estelar somoselespectador, que la televisión ha
abusado de la nota roja y que tal
proyección de notas sensacionalistas no dejan “nada bueno” al televidente,
aunque no quiso etiquetar tal línea editorial como parte de un terrorismo mediático,
aunque el vídeo de un asalto en transporte público se transmita por más de veinte veces y cada hora en un solo día, y que se reproduce en imagen y sonido, desde el canal más modesto de televisión
hasta una empresa de tan amplia
cobertura como Televisa, y que nos recuerdan aquella revista de los años setentas, que era compañera del
lector al momento de defecar, cuyos
fondos amarillos y de nombre “Alarma” tenía un tiraje de 2 a
2,5 millones de ejemplares semanales, al grado de que llegó a tener distribución en países como Estados Unidos, Francia,
Holanda, Bélgica y Japón, en aquellos tiempo, cuando nuestro país era supuestamente cien por ciento
pacífico, se podía jugar en sus calles y que supuestamente, todavía no vivía la llegada al gobierno a demoledores de la tranquilidad pública con cargos de jefes de la policía,
procuradores o jefes de Gobierno como el caso de Arturo Durazo Moreno impulsor d ela carrera musical de Luis Miguel, Silvano Aureoles Conejo en Michoacán o Miguel Ángel Mancera quien fue senador
priprdpanista en la pasada legislatura, así como otros pseudofuncionarios públicos como Ramón Aguirre y el equipo de Miguel de
la Madrid que logró censurar la revista Alarma en 1986 y que luego también lo hizo Salinas de Gortari hasta su reaparición editorial en 1991 y luego su
definitiva desaparición de su
realización original de la revista en el 2014. Ahora la tinta periodística goza de totales
libertades en el sexenio del Presidente Andrés Manuel López Obrador, en donde no ha utilizado las manijas censuradoras, permitiendo hasta el exceso de
los medios que en pleno libertinaje, mantengan una narrativa de un país lleno de relatos delincuenciales sobredimensionados que intentaron
durante estos últimos seis años, formar un dibujo más violento sobre un país que han calificado hasta de dictatorial y bajo el estado de
sitio por la invasión criminal, y en un constante comparativo insolente, entre México y una nación digna
como lo es Venezuela. Más en www.somoselespectador.blogspot.com