París sacó sus mejores galas y colores para que el mundo pudiera asombrarse en la inauguración de sus Juegos Olímpicos que han comenzado en esta ciudad europea, en donde su mayor presunción dentro de una ceremonia larga, fue su ejemplo revolucionario y la manera en que Francia se adapta a la modernidad con un historial artístico y deportivo importante, pero no con la riqueza de la cultura mexicana, ya que el espectacular escenario basado en mucho tiempo de preparación y dinero para su elaboración y optimización en sus efectos especiales, no presentaban el potencial de los espectáculos culturales con inferiores recursos económicos pero superlativos tesoros de arraigo humano que se pueden armar con lo abundante que es la cultura mexicana como es el caso de la representación de luz y sonido de la Pirámide de Kukulcàn en el Zócalo de la Ciudad de México, que rebasa en colorido y raíces lo que presentó el país francés en la audaz apertura de los Juegos Paris 2024. La diversidad francesa y su aportación al teatro no pueden compararse con la presentación de la Kukulcán con lo que México solamente requiere un juego de luces que no son de última generación, una narrativa sentimental y una simple estructura, pero eso sí, emblemática de lo que es la cultura maya y réplica del sitio arqueológico de Chichén Itzá, en el Estado de Yucatán y que solamente es una parte de un enorme todo, histórico-cultural que es un aporte universal de México. Y es que la tierra azteca no deja de asombrar a la humanidad incluyendo a sus naturales pese a la propaganda extranjerista de sobrevaluar lo exterior para denostar lo interior. Más en www.somoselespectador.blogspot.com