La denigración del periodismo de espectáculos convertido en nota rosa, agarra vuelo en el aeropuerto de la CDMX, donde micrófoneros hacen guardia para intimidar a famosos con el pretexto de estar realizando una labor periodística, pero que lejos de ser una investigación como ocurre con la prensa que cubre la fuente de deportes a la llegada de los jugadores de una plaza a otra, estos mercaderes del chisme los arremeten con intimidaciones para que a pesar de la negativa del entrevistado, los quieran obligar para que les platiquen sobre su vida personal, su situación de alcoba, embarazos u otro tipo de actividades que no son públicas, tal y como abordaron a la actriz Michelle Renaud junto con su pareja, a la cual pretendían obligar a base de micrófonos, para que les dijera si estaba embarazada o no. de la misma manera, obstruyeron el camino de las actrices Angelica Rivera y Sofía Castro, a pesar de que les insistían que estaban por perder su vuelo. Pero la interrogante es en cuántos años de estudio periodístico, de Ciencia Política, de historia del pensamiento, de filosofía, de sociología, de ética y lógica y otras ciencias sociales, son los que se necesitan para poder ser un perseguidor irrespetuoso con micrófono, de famosos que no son servidores públicos con la obligación de responder cuestionamientos, y para poderse llamar reportero de chismes. y es que, no solamente debe cumplirse con la ley de comunicación sino también se deben legislar observancias eficaces, en un reglamento de aeropuertos, que prohíban actividades ajenas a las relativas de la espera y aborde, en aras de la protección a la integridad física de los pasajeros y de su derecho a la privacidad.