Después de que estabamos acostumbrados de que presidente en turno apareciera en forma de piñata o con mascaras que lo señalaban como el punto de burlas; ahora llega al balcón presidencial para dar el grito con que se recuerda la lucha por la independencia de México; un mandatario legitimo y cuya imagen es utilizada con amabilidad en los muñecos de peluche que adquiere el pueblo, con la imagen agradable de quien siendo perseguido por miembros de su propio partido político, de las instituciones electorales, de las trampas electoreras, de los partidos políticos rivales, de la fuerza del propio Estado, del poder empresarial y extranjero, así como de la industria del periodismo; y ahora quizá de algunos de sus colaboradores disfrazados, ha podido librar la prueba del ácido y demostrar durante su carrera política ser un hombre honesto; lo que le otorga el capital necesario, para llevar el mando de un país y realizar un emotivo grito de Independencia, en el primer año de su sexenio, y de manera oficial y no de manera simbólica como anteriormente se lo había exigido la gente.