Ni los matadores Fermín Rivera y Octavio García el Payo quienes fueron los elegidos, de acuerdo con la empresa de la plaza de toros México, para dar fin a la Temporada Grande 2015-2016, en el marco de la vigésima corrida del serial, no dos de los mejores de la historia como lo son Enrique Ponce y Pablo Hermoso de Mendoza pudieron darle otro giro a la pésima temporada de la Monumental de la capital del país. Las voces aumentan en cuestionar si vale la pena sacrificar a un animal cuando los toreros no han sido capaces de dar calidad en el ruedo. Rejoneadores que en vez de resumir el castigo en un puñazo, lo tienen que hacer en varios por su incapacidad, toros sin empuje, echadores y distraídos y para colmo de males, disparidad en los criterios de los jueces de plaza, han llevado a la fiesta taurina a un auténtico velorio taurino, en donde sólo se rescata el triunfo de la matadora Lupita López del catorce de enero, en lo que resultó una temporada sin arte ni espectáculo en donde ha sido banal el riesgo del torero e inútil la muerte del Toro, que más hubiera valido no ser de lidia y haber muerto en el rastro. Más en www.somoselespectador.blogspot.com