La Presidente de México, Claudia Sheinbaum pardo conmemoró un aniversario más d ela revolución mexicana hacuéndo mención de la nueva transformación que está viviendo el país, comenzando porque ella es la primera mujer Presidente d ela República. La mandataria federal con alta aceptación por los gobernados dijo: “La Revolución Mexicana es una de las grandes Transformaciones del siglo XX, que reivindicó derechos sociales, soberanía e independencia, recursos de la nación y el derecho del pueblo a elegir a sus gobernantes.La Revolución fue un levantamiento armado contra el dictador Porfirio Díaz, quien encabezó durante 34 años un régimen de opresión, autoritarismo y privilegios.Porfirio Díaz se presentaba como un defensor del orden y el progreso, pero, en realidad, construyó un régimen autoritario sostenido por la represión, el miedo y la sumisión forzada del pueblo.Bajo su mando, las elecciones se convirtieron en una simple simulación donde los resultados ya estaban decididos de antemano y cualquier oposición era perseguida, encarcelada o silenciada.Todo ello, mientras entregaba recursos naturales a compañías extranjeras, despojaba a comunidades indígenas de sus tierras para entregarlas a particulares nacionales y extranjeros, mientras convertían a los dueños de las tierras en trabajadores agrícolas con extenuantes jornadas, salarios de hambre y tiendas de raya que mantenían al jornalero con cada vez mayores deudas.Así, en las haciendas, minas y fábricas predominaban jornadas inhumanas, salarios miserables y castigos para quienes se atrevían a protestar.La represión a los pueblos indígenas fue cruenta. El ejemplo más atroz de ello fue la verdadera guerra de exterminio contra los yaquis, con el objetivo de repartir sus tierras a particulares.“El progreso” —entre comillas— del porfiriato fue, en realidad, un progreso para unos cuantos, construidos sobre la explotación brutal, el racismo social y la injusticia cotidiana.El país vivía un brillo artificial.Ferrocarriles, calles modernizadas en las ciudades, mientras la miseria crecía en el campo.Discursos de orden mientras se reprimía levantamientos a sangre y fuego.Los trabajadores que intentaron organizarse eran perseguidos, encarcelados o asesinados.Las huelgas de Cananea y Río Blanco mostraron al mundo la brutalidad con la que el régimen respondía a la exigencia mínima de justicia.Las libertades políticas estaban canceladas.La prensa independiente era acosada.Los opositores eran vigilados, exiliados o silenciados.Y las elecciones ―como dijimos― no eran sino una simulación.En realidad, lo que se trataba era de perpetuar el control de una élite que gobernaba sin responder al pueblo.Ese era el México al que se enfrentó Francisco I. Madero y al que previamente se habían enfrentado los hermanos Flores Magón, encarcelados y exiliados.Madero, un hombre profundamente convencido de la democracia y la legalidad, buscó primero el camino pacífico. Escribió, recorrió el país, fundó un partido político y llamó a elecciones libres. Su mensaje encontró eco en una sociedad cansada de la opresión.Pero cuando Porfirio Díaz, después de haber prometido en una entrevista “que no se reelegiría”, decidió una vez más aferrarse al poder y mandar encarcelar a su principal opositor.Fue entonces que el Apóstol de la Democracia comprendió que el camino institucional estaba cerrado.Fue en esa hora oscura, luego de su detención en San Luis Potosí y de escapar hacia Estados Unidos, cuando tomó una decisión que cambiaría la historia de la nación: con plena conciencia del peligro, entendiendo que su vida corría riesgo y que la suya sería una lucha desigual contra un aparato autoritario, Madero redactó el Plan de San Luis.Ese documento, escrito en el exilio y en la incertidumbre, llamó a desconocer el régimen ilegítimo y fijaba una fecha para levantarse en armas: el 20 de noviembre de 1910, hace 115 años.El Plan de San Luis decía:“Los pueblos, en su esfuerzo constante porque triunfen los ideales de libertad y justicia, se ven precisados en determinados momentos históricos a realizar los mayores sacrificios”.Proponía, además, la restitución de las tierras a quienes les habían sido arrebatadas y la construcción de un país donde el voto realmente expresara la voluntad popular: “Sufragio efectivo, no reelección”.Se sumaron al llamado campesinos, obreros, sectores diversos, hartos del autoritarismo.Zapata y Villa, grandes héroes populares que en un inicio acompañaron a Madero en la lucha por un país justo y democrático.El Plan de San Luis fue más que un llamado a la rebelión, fue un acto de fe en el pueblo de México, fue la convicción de que ningún poder, por grande que sea, puede imponerse a la justicia y a la verdad.El llamado de Madero tuvo eco.Después de solo 6 meses, el 10 de mayo de 1911, el General Navarro, defensor porfirista de la Plaza de Ciudad Juárez, se rinde ante los revolucionarios.Madero emprende su camino hacia la Ciudad de México. Es vitoreado y aclamado en cada pueblo y en cada ciudad. Su entrada triunfal a la Ciudad de México solo recordaba a la entrada de Juárez, después de la conquista de la segunda Independencia.Es elegido Presidente, por voto popular.Sin embargo, el derrumbe del antiguo régimen no era un acto instantáneo, se trataba de una empresa gigantesca.Como Presidente, Madero entregó cada día de su vida a perseguir ese ideal, que creía indispensable para tejer un país de paz y con progreso. No estuvo exento de tropiezos y quizá no supo medir la profundidad de las demandas del pueblo que aclamaban justicia, pero sus fallas palidecen frente a la grandeza de su visión.Fue un pionero de la democracia, cuando ésta apenas era un susurro, un soñador audaz que decidió luchar contra la inercia de décadas de injusticia y autoritarismo.El Golpe de Estado que derrocó a Francisco I. Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez en febrero de 1913 fue una traición orquestada, desde un grupo del viejo régimen porfirista dentro del poder militar, que permaneció y fue respaldada desde el exterior.Durante la llamada “Decena Trágica”, los enemigos del gobierno, entre ellos, Victoriano Huerta y Félix Díaz, conspiraron para destruir el proyecto democrático que Madero representaba.A esta conjura se sumó el embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, quien intervino abiertamente apoyando a los golpistas y avaló los pactos que sellaron la caída del gobierno legítimo.Esa injerencia extranjera, sumada a la traición interna, culminó en el asesinato de Madero y Pino Suárez, un crimen que abrió uno de los capítulos más dolorosos y violentos de la historia de México.Después del Golpe de Estado, el 19 de febrero de 1913, el Congreso del estado de Coahuila publicó un célebre Decreto en el que desconocía al usurpador Victoriano Huerta y facultaba a Venustiano Carranza para crear una fuerza armada y restablecer la democracia y el orden constitucional.Villa y Zapata continuaron con el movimiento revolucionario para luchar contra el régimen de Huerta, formando parte de las fuerzas que finalmente lo derrocaron.Lo cierto es que la nación entera se convirtió en un campo de batalla, marcado por incendios, hambre y epidemias. Las cifras estremecen: entre 1913-1917, según don Jesús Silva Herzog, la guerra, la miseria y el tifo arrancaron la vida de un millón de mexicanos.Fue un periodo de dolor, traiciones, pero también un momento decisivo en el que el espíritu del pueblo, endurecido por la tragedia, siguió avanzando para alcanzar la patria que soñó Madero.La Revolución Mexicana quedó plasmada en la Constitución de 1917, la más avanzada del mundo en cuanto a justicia social. Se reconocieron las principales demandas del pueblo:El derecho de los campesinos a la tierra.El salario mínimo.La jornada de 8 horas.La organización sindical.La seguridad social.El derecho a la educación.Y a pesar de fuertes presiones de compañías y gobiernos extranjeros, se logró recuperar para la nación las riquezas naturales.El General Lázaro Cárdenas cumplió, años más tarde, la letra escrita de la Constitución de 1917.Más que seguir delineando lo que ocurrió después, hoy quiero poner énfasis en los 34 años del porfirismo y la Revolución, pues es una responsabilidad histórica.Porque quienes hoy reivindican la mano dura, la fuerza por encima de la ley, los que reivindican la ultraderecha o esa libertad que solo disfrutan los privilegiados, no conocen la historia de México ni a nuestro pueblo.El porfiriato de entonces es al mismo al que quieren convocar ahora: al del despojo, al del exterminio silencioso, al de la esclavitud, al de una prensa callada, al de una paz impuesta.Tampoco hay que olvidar el periodo previo al de la actual Transformación: 36 años de regresiones, pobreza, desigualdad, corrupción y privilegios; el periodo neoliberal.Cuatro Transformaciones han marcado la historia de México: la Independencia, la Reforma, la Revolución, que fueron armadas.Y la Cuarta, una Transformación pacífica decidida mayoritariamente por el pueblo de México, que reivindica la justicia, la libertad, la democracia y la prosperidad compartida.La Transformación que inició en 2018 está fuerte porque hay honestidad, resultados y amor al pueblo.Porque cuando un pueblo reconoce su historia, su dignidad y su fuerza colectiva, defiende sus conquistas.Por eso hoy, con la fuerza de nuestra memoria colectiva, afirmó: ¡México no volverá a caminar hacia atrás!La paz y la tranquilidad son fruto de la justicia. Por ello, no tienen resonancia los discursos que normalizan la violencia como camino, que glorifican la imposición o que pretenden restaurar un país de privilegios para unos cuanto.El que convoca a la violencia, se equivoca.El que alienta al odio, se equivoca.El que cree que la fuerza sustituye a la justicia, se equivoca.El que convoca una intervención extranjera, se equivoca.El que convoca, el que piense que aliándose con el exterior tendrá fuerza, se equivoca.El que cree que las mujeres somos débiles, se equivoca.El que cree que la Transformación duerme, se equivoca.El que piensa que las campañas de calumnias y mentira hacen mella en el pueblo y en los jóvenes, se equivoca.El que piensa que el pueblo es tonto, se equivoca.México vive un momento que antes parecía imposible. Hoy el poder ya no se usa para someter, sino para servir. Ya no hay imposiciones ni privilegios, hay constitución, hay democracia y hay un gobierno que escucha, que respeta y que responde a su pueblo.Hoy las libertades no solo se otorgan desde arriba; se ejercen desde abajo, desde cada barrio, desde cada comunidad, desde cada voz que habla con dignidad, porque en México ya nadie es silenciado, ya nadie es perseguido por pensar distinto, y eso es una conquista del pueblo de México.Hoy el gobierno dejó de ser un espacio reservado para unos cuantos. Ya no es un club de privilegiados. Hoy representa a todas y a todos: a quienes estudian, a quienes trabajan, a los comerciantes, a los jóvenes, a los indígenas, a las mujeres, pero, sobre todo, representa a las y los que menos tienen, a las y los humildes, para poder conseguir su bienestar.Se acabó la era de los lujos del poder. Se gobierna con austeridad, con ética, con honestidad. Porque, que se oiga bien y que se oiga fuerte: ¡La autoridad moral no se compra ni con todo el dinero del mundo, se construye a lo largo de la vida con coherencia y convicciones!Por ello, no aceptamos la corrupción y desde aquí, seguimos luchamos con la ley en la mano contra la impunidad.El México de hoy es el del pueblo que dice: Nunca más racismo, nunca más clasismo, nunca más discriminación, nunca más justicia para unos cuantos. Nadie ni nada por encima de la ley. Nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho. Es una nación que, con orgullo, defiende sus conquistas, su historia, su memoria y su patrimonio.Nada bueno puede surgir de quienes han hecho de la corrupción su modo de vida. Nada puede esperarse de algunos medios que usan su espacio para la calumnia, de algunos comentócratas que cambian de opinión según su conveniencia, ni de los poderosos cegados por la ambición.Por eso, recordamos la historia y sabemos que cuando un gobierno camina con el pueblo, nada ni nadie pueden doblegarlo.Nos calumnian porque saben de nuestra honestidad, saben que no nos vamos a someter a los intereses de quienes antes ostentaban el poder o gozaban de privilegios, ni a ningún gobierno o interés extranjero.Saben que no seremos figuras decorativas, o simples instrumentos de quienes estaban acostumbrados a robar y a concentrar el poder económico y político del país.Contamos con el respaldo de la mayoría de las y los mexicanos, sobre todo, de quienes habían sido históricamente olvidados, porque buscamos la prosperidad compartida, porque sabemos que “Por el bien de todos, primero los pobres” y que con el pueblo se hace todo o no se hace nada.Nuestra honestidad y amor al pueblo nos acompañan. Por eso, la campaña de calumnias, de mentiras, no hace mella, porque el pueblo sabe que no nos vamos a doblegar frente a la ilegalidad o la injusticia. El pueblo de México está más fuerte porque sabe que, juntas y juntos, defendemos la soberanía, la independencia y la justicia.Termino recordando que la Revolución Mexicana nos dejó grandes enseñanzas y legados. Uno de ello, nuestras Fuerzas Armadas, surgidas de la Revolución Mexicana, surgidas de una gesta heroica del pueblo en contra de un Golpe de Estado.Por ello, reconozco y el pueblo de México reconoce su patriotismo, valor, entrega y servicio al pueblo.Felicito a todas y todos los oficiales de Marina y Defensa que ascienden este día histórico, 20 de noviembre, y les convoco a mantener siempre en alto la lealtad al pueblo y el amor a la patria”. Y Sheinbaum culminó señalando: “Nuestra historia lo ha demostrado una y otra vez: Cuando caminamos juntos con los principios que nos han guiado, nada nos detiene. México avanza hoy, más que nunca, con un pueblo con dignidad y con memoria. México avanza por la senda de la honestidad, de la paz, de la democracia y de la justicia”. Más en www.somoselespectador.blogspot.com
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