ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.-Los kilos de publicidad y la compra de reporteros al final no sirve de nada para engañar al público con falsos ídolos, ni en los tiempos cuando la monopolización de los medios era evidente. En el homenaje póstumo de cuerpo presente de Silvia Pinal en el Palacio de Bellas Artes y el que se realizó a Carmen Salinas en plena banqueta de las calles de Sullivan en la CDMX, carecieron de la presencia en gran número de espectadores, aún siendo Pinal una estrella a diferencia de Salinas aunque su género teatral haya sido de consumo tal como la televisión. Lo mismo ocurre en taquilla en el supuesto homenaje a Salinas en el reestreno de la obra Aventurera, y lo mismo les ocurre en el número de boletos no vendidos para presenciar en un escenario a Lucero Mijares o a Angela Aguilar en un plan de imposición que no funciona. La amistad de Silvia Pinal con los Jefes de Información y los regalos navideños de Carmen Salinas a los reporteros ahora solamente resultan anecdóticos y para el recuerdo reporteril de quienes violaban las reglas éticas. Mientras que el público mexicano por años ha llorado a Pedro Infante, y recientemente a José José, a Juan Gabriel y bueno hasta a Jenni Rivera que fue una robacovers principalmente de Lucía Méndez y Rocío Dúrcal, ahora guardan el recuerdo de Silvia Pinal y Carmen salinas como dos cercanas a la esfera social, política y artística de México pero con dosis de hipocresía para el pueblo de México, que al ser legisladoras ante la trampa electorera del PRI, apoyaron el plan neoliberalista de Carlos Salinas de Gortari, en un sexenio que fue fundamental para erosionar los bienes del Estado para traspasarlos en manos de particulares, desbaratar su funcionalidad y abrir paso pleno al tratado de libre comercio, ocupando tanto Salinas como Pinal, unos curules que no requerían preparación congresista, ya que bastaba con llenar el requisito de la corrupción, el entreguismo y el saqueo normalizado a cambio de limosnas desprendidas del erario público que las hacía aparentar ser bondadosas altruistas. Ambas famosas han muerto antes de que el PRI termine su agonía, y aunque Pinal si llegó a ser investigada a solicitud de una oposición naciente y a unos meses de su muerte por manejos extraños de su fundación Banquells, el juicio real lo ha realizado el público con admiración a la gracia y belleza de Pinal pero su desanimo para despedirla, y lo mismo para Carmen Salinas a quien solamente sus chayoteros tuvieron que aplaudirles sus malas imitaciones. Sin embargo resultaría interesante la producción de un material que exponga la vida pública de Silvia Pinal y de Carmen Salinas, más que para juzgar a las personas que como todas pueden tener aciertos y errores, para que se pueda documentar una etapa de nuestro país donde ser sinvergüenza era motivo de admiración y ejemplo aspiracionista. Para protagonizar a Silvia nadie como las artistas Vero Ross o Fernanda Castillo y a Salinas la podría representar Adriana Barraza pero sin ocultar nada y con plena honestidad narrativa. Más en www.somoselespectador.blogspot.com