Los movimientos políticos y las grandes revoluciones ideológicas no pueden ejecutarse con un solo hombre, porque la historia nos delata que los líderes solitarios que cambian al mundo y los mesías salvadores, nada más existen en los cuentos de Walt Disney y en los pasajes bíblicos. Los cambios que México ha presentado desde el 2018 no se iniciaron en el 2018, pero fue en el 2018 que pudieron reflejarse con claridad, en cuanto que el voto mayoritario fue respetado y ya no se repitieron los magno fraudes electorales ni las elecciones que sufrían de vicios del consentimiento e incumplimientos de la formalidad, por lo que tuvieron que haber sido anuladas. Si bien es cierto, los cambios de la vida pública de nuestro país no es autoría de un redentor, si se han concretado dichos cambios en la administración pública, por medio de un liderazgo con nombre y apellido. Los avances que ha vivido el país en su moralización, -que era el rubro más importante para poder subir el primer escalón de una escalera dirigida a un cambio de fondo y que como consecuencia ha provocado una benéfica directriz económica, política y social-, sin duda han sido cambios encaminados por Andrés Manuel López Obrador, quien logró pintar un cuadro inverso en el cual los elementos se han producido del presidencialismo al pueblo y no del pueblo al presidencialismo. A cinco años del triunfo electoral lópezobradorista, que se obtuvo con manzanas dulces y limón partido, está claro que no se ha concretado en México ni una revolución cubana, ni tampoco la revolución francesa y mucho menos el desenfreno de un pensamiento progresista, pero sí se ha cumplido con el objetivo de buen gobierno dentro del límite que dan casi 1825 días, todo en cumplimiento del reclamo y peticiones de la mayoría del pueblo de México, ya que la masa mayoritaria lo hizo saber, con la acción política más primaria y cómoda que es el voto. Ante los severos rezagos educativos, el direccionismo casero y universal, en donde los medios de comunicación cumplen una función clave, y en medio de lo que era el dominio presidencialista dictatorial, el poder empresarial y la distorsión de valores que consigue que lo más perverso y sucio pueda formar parte de la normalidad, es que el lópezobradorismo surge como un plan electoral, apoyado por diferentes fuerzas políticas, económicas, sociales y hasta electoreras con brazos voluntariados en favor de la reivindicación nacional y con otros oportunistas y macabros, pero en donde el fin justificaba los medios para recuperar la Presidencia de la República que se sometía a la pripanifabricación que actuaba bajo el fraude electoral y el fortalecimiento económico del extranjero. La advertencia del mayoritario socio comercial de México, y que también es la potencia militar más grande del mundo, ya no se permitiría otro fraude electoral más en México, que lo pudiera poner en evidencia internacional con que países hacía Tratados comerciales frente a la creciente unificación europea, por lo que tal situación fue un factor que permitió aniquilar la maquinaria de falsificar votos y suplir con la consigna imperialista, la nefasta supervisión de las elecciones bajo la podredumbre de las instituciones mexicanas. Así fue como López Obrador y su movimiento logró llegar a la Presidencia de la República y ejecutar un plan que se contemplaba desde hace dieciocho años pero que se mantenía con un acelerador maniatado por el neoliberalismo y por la falsa izquierda mexicana, así como la inoperancia del voto mayoritario ante la elaboración de una continuidad defraudadora de Estado. El plan de gobierno del Presidente López Obrador pudo ejecutarse al no deber favores al mundo empresarial, ni a los chayoteos periodísticos ni al mal uso de los medios de comunicación, ni al apoyo de la Iglesia tradicional, ni a grupos de la supuesta sociedad civil o favores del sindicalismo. También López se perfilaba en el 2018 como el más adecuado para maniobrar, al no tener una trayectoria política insalubre, lo que le permitió portar un chaleco antibalas ante la envestida calumniosa y distorsionada que siempre ataca con toda la fuerza del poder mediático y económico, y que a cinco años de dichos ataques para su mandato y a más de veinte años hacia sus posturas políticas, ha podidocon todo y todo, librar el plumaje sin las manchas que se obtienen al cruzar un pantano, aún bajo la presión, primero del poder político y luego del poder económico. Sin embargo todas las acciones en defensa de la nación que nacen de un movimiento presidencialista y no social, como es el caso que nos ocupa, suelen diluirse al finalizar el período en la presidencia, y aunque se ha logrado en el sexenio lópezobradorista, limitar abusos, la recuperación de infraestructuras para el país, la implantación de programas sociales y ejemplificar lo que debe ser el ataque a la corrupción desde las inmediatas instancias, también no se han logrado superar rezagos del comportamiento formativo, de la estructura conductista, social, política, educacional y económica y embates de la delincuencia política, del terrorismo y del crimen organizado, por lo que fue acertado no combatir adversarios de manera violenta o con un desfreno irracional como los anteriores gobiernos lo hacían, hasta fumigarlos, ya que se hubiera perdido tiempo de reconstrucción. Los rezagos pendientes, deben atenderse bajo un movimiento ideológico y pacifico de fondo, aunque la mayoría de los países no lo han logrado realizar bajo combinaciones bondadosas de pasividad y respeto de derrota, tal y como lo delata la historia universal, pero no se debe dejar de asumir el reto que tiene el pueblo de México, que debe lograr el rompimiento de resistencias y la creación de verdaderas oposiciones que nos lleven a la pluralidad consciente y al comportamiento de avanzada que está lejos de poder ser efectuadas, por un mandato de administración pública, por muy excelente que sea el desempeño del mandatario. El gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador ha marcado una era inédita de un presidencialismo servil al pueblo con buena entrega de sus compromisos planteados en campaña, en donde deja el registro del máximo liderazgo que haya podido originar, un servidor público con el ejercicio supremo del poder ejecutivo de la unión, basado en la credibilidad a prueba del ácido de las falsedades y de acusaciones sin prueba plena. En la recta final del sexenio lópezobradorista, ni se devaluó el peso a cifras récord, ni los empresarios han huido del país, ni se ha presentado un golpe de estado armado o violencia interpandémica; de igual manera, ni somos una guía práctica de lo que debe ser un gobierno venezolano ni han llegado a invadirnos submarinos rusos, simplemente, López ha logrado un plan de gobierno certero, ha dejado las condiciones necesarias para una reacción progresista, una continuación de progreso y ha recuperado el prestigio internacional de nuestro país, lo que le permitió a México por primera vez en su historia, presidir el consejo de seguridad de la ONU y estar considerado su gobernante junto con el mandatario de la India, como el Presidente de mayor aceptación en el mundo, por encima de los gobernantes de Rusia, Estados Unidos, Inglaterra, Bolivia, Brasil, Venezuela y Cuba.